Estudia el Instituto Nacional de Geriatría la fragilidad y maltrato en adultos mayores

Foto: Pixabay

 Ciudad de México.- Muy temprano y como casi todos los días, a paso lento y con bastón en mano, Feliciano se dirige a la panadería de su preferencia, que se ubica a unas cuantas cuadras de su casa. En el trayecto mira cómo los transeúntes se dirigen apresurados a su destino; al acto, suspira como quien trae a la memoria viejos recuerdos.

Poco antes de cumplir los 69 años, Feliciano presentaba molestias en la rodilla, pero no tomó importancia. Hoy ese malestar se ha convertido en un tormento que le impide realizar algunas de las actividades que solía disfrutar: realizar paseos matutinos y deambular en el tianguis que se instala los domingos muy cerca de su colonia.

Feliciano no sabe por qué se mira distinto de otros ancianos. La respuesta está en la fragilidad, una condición que la medicina geriátrica describe como la pérdida de la movilidad de la marcha, sensación de cansancio extremo, disminución de la fuerza muscular y pérdida de peso. Se estima que entre 10 y 15 por ciento de los adultos mayores en México presenta fragilidad.

De acuerdo con el doctor Óscar Rosas Carrasco, geriatra e investigador en ciencias médicas del Instituto Nacional de Geriatría (Inger), el agotamiento que perdura por más de dos días, caminar lentamente, tener un bajo nivel de actividad física y la realización lenta de las actividades básicas de la vida, son algunas características de la fragilidad. Aunque también se incluyen algunas causas genéticas, la fragilidad de la vejez depende, en gran medida, del estilo de vida que tuvo y tiene la persona que presenta esta condición.

A Feliciano le entristece que haya mermado su capacidad para caminar, pero nada le quita más el ánimo que los comentarios que resuenan a su alrededor: a veces prefiere no salir de casa porque las personas, incluso su propia familia, han llegado a mofarse de su condición. Sin saberlo, el hombre de 69 años es víctima de maltrato.

El maltrato en los adultos mayores es un fenómeno frecuente; aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la poca información sobre el alcance del maltrato en la población de edad avanzada, estima que uno de cada 10 ha sufrido malos tratos en el último mes. Los factores asociados al fenómeno de maltrato en este grupo poblacional son múltiples: edad, sexo, escolaridad, ocupación, padecer alguna enfermedad.

Una condición vulnerable

Una investigación reciente a cargo de Sara Torres Castro y Óscar Rosas Carrasco, investigadores del Instituto Nacional de Geriatría, analizó la asociación entre la fragilidad y el maltrato en las personas adultas mayores.

De acuerdo con el doctor Óscar Rosas Carrasco, fragilidad, caracterizada por la vulnerabilidad a eventos estresantes, es una condición frecuente en adultos mayores. Esta condición aumenta el riesgo de resultados adversos, como caídas, discapacidad, hospitalización y muerte.

“La fragilidad es un predictor porque después de que esta se presenta hay desenlaces negativos en el individuo como dependencia, hospitalización, mayor uso de los servicios de salud —consultas médicas y hospitalizaciones— o muerte. Todo ello implica sufrimiento, gastos considerables, dependencia y carga hacia la familia”, comparte Óscar Rosas.

La fragilidad no es un término nuevo. Desde hace más de 20 años, investigadores de diversas partes del mundo han estudiado el fenómeno, pero en la práctica médica empieza a tener mayor visibilidad debido a su asociación con el desarrollo de enfermedades como diabetes, obesidad y sarcopenia, pero hasta hoy nunca se había asociado con el maltrato en adultos mayores.

De acuerdo con la doctora Sara Torres, hasta ahora el tema se había estudiado de forma aislada: la fragilidad desde la parte clínica, mientras que el maltrato en adultos mayores se trabaja desde un enfoque social.

El estudio a cargo de los investigadores del Inger brinda un panorama de la situación que viven las personas de 65 años y más. “Desafortunadamente en México hay alta frecuencia de maltrato. Una persona con el fenotipo de fragilidad es más vulnerable a recibir maltrato, en su forma física, psicológica, económica, sexual, y negligencia, por alguna persona de su familia o comunidad”, señala Sara Torres Castro.

Para esta investigación, los especialistas del Inger entrevistaron a 285 adultos mayores provenientes de una comunidad: se evaluaron factores asociados de fragilidad, cambios en la composición corporal y caídas. Se realizaron entrevistas estructuradas para determinar si han sido víctimas de las cinco formas de maltrato antes mencionadas.

El resultado fue que los adultos mayores con la condición de fragilidad son más susceptibles a recibir maltrato psicológico, sexual y físico. Pero además, puede favorecer al desarrollo de la depresión.

Relevancia de la investigación y propuestas

El estudio realizado por los especialistas del Inger cobra importancia para la comunidad médica porque hasta ahora no existían estudios que asociaran la fragilidad con el maltrato a personas mayores. Dicha información será útil para que los médicos geriatras y otros profesionales de la salud implementen estrategias de prevención primaria centradas en las personas en situación de riesgo y los cuidadores.

El doctor Óscar Rosas recomienda a los profesionales de la salud no pasar por alto preguntar a los pacientes mayores si son víctimas de maltrato, esto permitirá identificar y solucionar esta problemática que, en palabras de la especialista, denigra y atenta contra los derechos de los adultos mayores.

Además, los investigadores que participaron en el estudio proponen la capacitación de profesionales de la salud para identificar a las personas mayores en situación de riesgo y gestionar los casos de abuso, instruir a las familias y cuidadores.

El médico es una de las figuras que puede detectar cuando un individuo es víctima de maltrato, o bien identificar si esa persona tiene fragilidad.

“Una persona con fragilidad tiene dos veces más posibilidades de recibir maltrato en casa, a veces, la familia se desespera mucho cuando un adulto mayor está disminuyendo su velocidad de pensamiento, su velocidad de reacción para cocinar, para hacer sus actividades. Desde ahí se presenta el maltrato”, indica Sara Torres.

De acuerdo con la investigadora del Inger, el fenómeno de maltrato requiere de un cambio social. “No se puede discriminar a un adulto mayor por la pérdida de sus capacidades. No debemos abandonarlos porque son parte de la sociedad y, como tal, debemos incorporarlos”.

Vida en plenitud

Una alimentación sana y actividad física adecuada son dos pilares que benefician la salud de todo ser humano. De acuerdo con el doctor Óscar Rosas Carrasco, un estilo de vida saludable favorece para prolongar la fragilidad.

Para ello, el especialista recomienda realizar caminatas diarias de al menos 30 minutos. Llevar a cabo una alimentación sana, equilibrada, alta en proteínas, baja en carbohidratos, rica en proteínas y abundante en vitaminas y minerales. Evitar el consumo de sustancias tóxicas, alcohol, drogas no permitidas e ilícitas, pero también el tabaquismo es importante evitarlo a toda costa porque condiciona una serie de enfermedades que pueden mermar nuestra salud.

Una recomendación más es evitar el aislamiento, ya que este es una causa frecuente de maltrato.

“No se sabe si la persona aislada recibe abusos o negligencia. Es importante rodearse de redes de apoyo social, estar cerca de los vecinos, familiares, tener contacto por lo menos telefónico con la familia. Está demostrado que un adulto mayor, con familia o sin familia, con una mejor red social de apoyo tiene mejor salud, menos violencia, está más contento y tiene mejor bienestar”, reconoce.

Pese a que la fragilidad es reversible, la sociedad lo propicia con actitudes negativas sobre el envejecimiento, que pueden afectar la salud física y mental de quienes cursan esta etapa de la vida.

De acuerdo con Óscar Rosas Carrasco, un adulto mayor es capaz de revertir la fragilidad y volverse más rápido, estar menos cansado, por ejemplo.

“Sin embargo, estigmatizamos el envejecimiento. Decimos que la persona mayor de 60 años ya está vieja y no tiene remedio y está consciente y reafirma tales calificaciones, pensando que quizá pronto morirá. Entonces la persona se deprime y presenta condiciones que la llevan hacia grandes complicaciones”, comparte. (CONACYT)

 

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El Heraldo de Saltillo
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