ALGO QUE VALE LA PENA CONTAR

 ALBERTO BOARDMAN  

Pascual Ortiz Rubio, el presidente de México que nunca quiso ser, nació en 1877 en Morelia Michoacán. Se graduó como ingeniero topógrafo y en 1910 se unió al movimiento maderista. Le hizo justicia la revolución y en 1917 fue electo gobernador de Michoacán, cargo que ocuparía hasta 1920 cuando se unió al Plan de Agua Prieta. Obregón pagó su lealtad designándolo secretario de comunicaciones y obras públicas, pero no logrando comulgar con sus compañeros de gabinete, decidió autoexiliarse en España donde fundó una librería. Visitaría Egipto y posteriormente Alemania, siendo nombrado por Obregón como embajador de México en Berlín.

Para 1928, luego del asesinato del reelecto presidente Obregón, Emilio Portes Gil, secretario de gobernación, asume la presidencia interina, e invita a Ortiz Rubio (por aquel entonces embajador en Brasil), como Secretario de Gobernación, perfilándolo como el próximo candidato presidencial por imposición del “Jefe Máximo” Calles.  Pascual a regañadientes compite en las elecciones contra Aarón Sáenz y José Vasconcelos, resultando un cuestionable ganador de la presidencia, ya que la tendencia electoral era a favor de Vasconcelos. El 5 de febrero de 1930, día de su toma de protesta, Pascual estuvo a punto de abordar un automóvil convertible, pero su esposa Josefina se encontraba a bordo de otro vehículo. Decidió entonces viajar con ella en el choche cerrado y de no haberlo hecho así, la historia pudo haberse contado de otra manera. A los pocos metros de iniciar el trayecto, Daniel Flores, de 23 años, disparó seis tiros contra la parte trasera del Cadillac presidencial. Una de las balas lograría atravesar el vehículo, rozar la cabeza de Josefina y terminar finalmente de rebote en la mandíbula del presidente. El agresor siempre argumentó que no lo movió más presión política, que la indignación por la imposición. Después del atentado Pascual no logró superar múltiples neurosis, que finalmente terminarían por hacerle presentar su renuncia en 1932. No quiso saber nada más de política y se retiró a los E.U. hasta 1935, cuando Lázaro Cárdenas lo llama para hacerse cargo de Petromex. El presidente que nunca quiso ser, viviría hasta los 86 años, falleciendo de causas naturales en 1963.

Somos lo que hemos leído y esta es palabra de lector.

 

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Alberto Boardman
Alberto Boardman
Columnista

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