HAN SOLO: UNA HISTORIA DE STAR WARS

VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ 

La fuerza está vigente. Aparece la esperada película que nos presenta a Han Solo joven, antes de elevarse como una de las figuras más icónicas del cine. ¿El resultado? Un efectivo ejercicio de nostalgia y la sensación extraña respecto de cómo se recicla todo en una industria que hace rato se quedó sin ideas. 

Era inevitable que, una vez casi completa la saga de “Star Wars”, los productores decidieran hacer historias de cada uno de los grandes personajes que se elevaron a la categoría de ídolos cuando apareció, allá por 1977, el mítico primer filme de toda la serie, “Capítulo IV: Una nueva esperanza”, donde conocimos a Luke Skywalker, la Princesa Leia y al mercenario con corazón Han Solo y su amigo peludo Chewbacca.

Por eso tenemos en cartelera el filme “Han Solo: Una historia de Star Wars”, donde conocemos al héroe de joven y, por supuesto, antes de saber que en su vida se cruzaría toda la maravillosa aventura espacial que se constituyó en parte sustancial de la cultura pop.

Desde luego que el motor para que este filme de larga duración (138 minutos) es la nostalgia de reencontrarse, a través de un muy hábil guion firmado por Lawrence Kasdam, con todos los sucesos anteriores a cuando nos encontramos por primera vez con aquella inolvidable frase con que cada una de las películas de la saga se inicia: “Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia muy lejana…”.

Así, conocemos en esta película a Han Solo joven, en una aventura anterior a su fama, con todos los elementos clave para recordarle al espectador que más tarde ese casi adolescente se convertirá en el personaje que inmortalizó a Harrison Ford.

El encargado de llevar adelante esta empresa fílmica es el director Ron Howard, un aplicado creador de películas que siempre responden bien en la taquilla, aunque no lo catapultan al estatus de autor.

Este realizador escogió al simpático Alden Ehrenreich, para mostrarnos quién era y cómo se formó su personaje antes de encontrarse con los protagonistas y compañeros de la saga galáctica, incluyendo su primer encuentro con su inseparable amigo y guardaespaldas Chewbacca y la primera vez que se sube y pilota la también mitológica nave “Halcón Milenario”.

Si se analiza con frialdad esta historia, funciona perfectamente como un mecanismo para despertar e incrementar la nostalgia, en recordar aquellos momentos inolvidables vividos en los años setenta, cuando descubrimos el poder de la Fuerza y la maravillosa conversión de Luke Skywalker en un señor Jedi.

Como película autónoma, no aporta nada nuevo a la saga, y a ratos puede resultar excesiva en su metraje y demasiado inflada en su espectacularidad que tampoco es tan deslumbrante o novedosa respecto de lo que hemos conocido a lo largo de la saga.

Sí existen nuevos personajes realmente notables: ahí está la chica de la que está enamorado Han Solo, convertida en un dato clave para unir este filme con la segunda parte de la serie. También resultan más que interesantes el personaje que encarna el siempre efectivo actor Woody Harrelson, y un robot llamado L3 que se constituye en todo un ejemplo de líder sindical y revolucionaria galáctica.

Es cierto que este filme no tiene el espíritu y la calidad de “Rogue One”, que mostraba un tema clave en el capítulo inicial de la serie, que revelaba la Princesa Leia: unos rebeldes roban los planos del arma más poderosa del Imperio galáctico.

Tal vez el defecto mayor de esta cinta es que parece alejada del universo Star Wars, a pesar de los escenarios, las criaturas, las naves e incluso la música, que trata de reproducir la inmortal banda sonora de John Williams. Quizás también sea una debilidad el que la película se centre demasiado en la historia de amor entre Solo y Qi’ra, antes de sacar provecho a la relación de amor/odio que siempre tuvieron Han Solo y Lando (Clarke) que a la relación amor/odio entre Han y Lando Calrissian; con traiciones, ayudas y escapatorias muy conocidas.

Es probable que “Han Solo: Una historia de Star Wars” esté destinada a convertirse en el primer capítulo de una nueva saga galáctica. Todo puede suceder en el mundo de los productores que estiran hasta el cansancio todas las mejores ideas de otras décadas.

Lo único que se espera es que haya un tratamiento más respetuoso de los personajes que son iconos absolutos de este tipo de películas, denominadas como óperas espaciales y que fueron las responsables absolutas de la cinefilia y la lealtad a toda prueba de los espectadores adictos al lado luminoso de la Fuerza.

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El Heraldo de Saltillo
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