¿Qué es el ruido oceánico y cómo afecta a los animales marinos?

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Ciudad de México.- El océano está colmado de ecos tranquilos, ascendentes y agitados. Un mundo sonoro inabarcable de viento, burbujas, rompeaguas, olas y biodiversidad marina.

El agua es un medio eficaz para la transmisión del sonido; varios animales como los mamíferos marinos, el pez sapo, corvinas y el camarón pistola, usan resonancias para navegar y comunicarse, percibiendo su entorno acústicamente.

Además de la variedad de los sonidos originados por la naturaleza, hay fuentes producidas por los seres humanos, destacando las del transporte marino, explosivos, estudios de sonar y pistolas de agua, que ocasionan una gran cantidad de ruido subacuático.

El ruido oceánico diferente a los sonidos es considerado una forma de contaminación que puede afectar la vida en los océanos y ha aumentado tres decibeles (dB) por decenio en los últimos cien años.

Yolanda Aurora Alaniz Pasini, consultora de la organización Conservación de Mamíferos Marinos de México (Comarino), acumula años trabajando en la normatividad referente al impacto negativo de las acciones antropogénicas en los océanos.

“A nivel internacional, se han buscado medidas que regulen dichas actividades. De acuerdo con la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2005 fue incluido el problema del ruido oceánico en su reporte como una de las cinco amenazas principales para ballenas y uno de los diez impactos previsibles en el mar”, explicó.

A pesar de los esfuerzos, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) estima que uno por ciento de los océanos del mundo está protegido.

Ruidos oceánicos

El planeta está cubierto por más de setenta por ciento de agua. Las ondas del sonido se desplazan en el agua cinco veces más rápido que por el aire.

“Las ondas de vibración se transmiten a mil 410 metros por segundo, mientras que en el aire se transmiten a 336 metros por segundo”, indicó Yolanda Alaniz.

La consultora de Comarino refirió que para comprender el desplazamiento de las resonancias en los océanos se debe considerar que la velocidad del sonido en el océano está en función de la temperatura, salinidad y presión ambiental, así como los decibeles, unidad logarítmica que mide la energía del sonido en relación con el umbral de la audición humana.

“Los sonidos son clasificados en tres maneras: naturales versus artificiales; intencionales y no intencionales; de alta intensidad y de baja intensidad”, señaló.

Origen de los sonidos

Algunas de las principales fuentes de ruido se producen en las propelas de los barcos, el sistema de los submarinos llamado sonar y explosivos que se usan en los estudios sísmicos.

“Cada vez hay más embarcaciones atravesando el mar. El ruido se produce por las propelas, que depende de la distancia y velocidad. A mayor velocidad, mayor generación de ruido. Su ancho de banda va de los 50 a 500 Hz y se transmite en varias distancias”, comentó la consultora de Comarino.

Dichos ruidos tienen rangos de frecuencia entre 20 y 300 Hz, los utilizados por muchas especies de ballenas, lo que provoca problemas para comunicarse y confusión de los barcos por sonidos naturales.

Por otro lado, el sonar es el sistema utilizado por los submarinos para identificar el subsuelo marino, tiene rangos de 235 dB.

Yolanda Alaniz añadió que en el caso de los seres humanos, principalmente trabajadores, la Norma Oficial Mexicana NOM-011-STPS-1993 se encarga de las condiciones de seguridad e higiene en los centros de trabajo donde se genere ruido, la norma indica que los ruidos no pueden ascender de los 85 dB para los trabajadores.

La experta reflexionó acerca de las condiciones a las que exponemos a la fauna marina, ya que el sonar produce ruidos de hasta 235 dB y su rango de frecuencia es de uno y cinco Hz en la superficie y a nivel submarino.

Las frecuencias del sonar afectan a la fauna marina en su comportamiento, pérdida temporal en la audición, y causa daños permanentes en los tejidos.

“Hasta 2005 había 80 mil barcos pesqueros en todo el mundo y 117 barcos de Estados Unidos haciendo sonar y 300 de Reino Unido y Canadá”, indicó.

De igual forma, los estudios sísmicos (sondeos acústicos) que se realizan en la exploración para la extracción de petróleo y gas en el subsuelo marino utilizan cañones de aire comprimido de alta presión, provocando explosiones hacia el fondo del mar.

El nivel sonoro es 10 mil veces mayor al motor de un avión en reacción. Las consecuencias afectan el nicho ecológico y la fisiología de los cetáceos, peces y tortugas, llegando a producir la muerte.

La experta señaló que es importante aumentar la investigación científica para el monitoreo de especies sensibles, hábitats esenciales y hábitats críticos, promoviendo la creación de corredores de especies migratorias.

Aunado a lo anterior, las naciones deben tomar medidas regionales para minimizar actividades de ruido oceánico en áreas que se encuentren expuestas, a través de un marco normativo internacional para reducir la contaminación acústica del océano. (CONACYT)

 

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El Heraldo de Saltillo
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