EL MESÓN DE SAN ANTONIO

ALFONSO VÁZQUEZ SOTELO

Políticas auténticas de inclusión

Hace muchos años, los discapacitados sufrían enormemente los flagelos de la falta de inclusión, a tal grado que muchos quedaban recluidos en las casas sin consideración y además sin posibilidades de participar en las actividades cotidianas.

Puede ser un signo de progreso el saber que ahora hay grandes oportunidades para considerarse incluidos. Gracias a distintos actores, se han mejorado las condiciones para  los discapacitados.

Rampas en algunos sitios (cuando están bien elaboradas, ya que algunas más bien son trampas mortales), agarraderas en baños públicos (en algunos baños incluso hay sanitarios más altos para los usuarios).

Aunque existen buenas razones, los discapacitados se ven agobiados por las personas que los discriminan (de forma violenta o en algunos casos cortésmente) y por la infraestructura urbana que debería estar adecuada a las necesidades de estos discapacitados.

Las calles de la ciudad, cualquiera que sea, y más si es ciudad de carácter histórico con altibajos, como en el caso de Saltillo, las cosas se ponen fatales. Ejemplo: no existe un respeto en la elaboración de las banquetas, cada quien las construye a sus necesidades; les colocan una rampa al antojo para que entre el carro en la cochera y nadie se fija en el transeúnte, ese es problema de él. Y si se atreve el transeúnte a hacer reclamos, sale como lazo de cochino.

Imagine, querido lector, hipotéticamente una nueva colonia donde hay discapacitados con problemas motrices y otros ciegos. En algunas de esas colonias de condición baja, no llegó el presupuesto para banquetas, hay pedazos de ellas en las que es mejor transitar por la acera con el peligro anexo de que algún rufián se lo lleve de encuentro.

Afortunadamente, las enfermedades que provocaban algunas de estas discapacidades como la polio, fueron erradicadas paulatinamente y el número de personas con secuela del achaque fue decreciendo.

Para ellos no había atención experta que los guiara, mucho menos el pensar en formas de transitar con cierta desenvoltura. Dejemos claro, nuestras calles, nuestros servicios, no reúnen condiciones para ese transitar.

Un día nos preguntamos ¿por qué no llega la Chatita?, sí, ella quedó formalmente en venir desde las 7:30 de la mañana, era su primer día de trabajo; como a las 8:15 alguien se percató de que la puerta sonaba, alguien llamaba, era la Chatita que desesperada tocaba en la puerta como el recurso último de ser escuchada. Un poco mohína dijo con firmeza: estaba desde las 7:30 tocando y nadie me abría, tocaba y tocaba y nadie me abría; hubieras tocado el timbre, se le contestó, ella dijo con axiomático azoro ¡es que no lo alcanzo!

Cuando se llega a la vejez con piernas bofas y difíciles de remolcar, como buscando la querencia, las caídas de todos tamaños son frecuentes. Los escalones de tamaños deformes ¡hay que reconocer que hay escalones mal hechos!, las alcantarillas mal acomodadas, la falta de pulimento de algunas calles, lo lisas en otras son como caminata de obstáculos para el incipiente anciano o el ya maduro. Frecuentes también son las caídas en el baño cuando no hay los bártulos necesarios para asegurarse; a estas alturas de la vida los huesos están más débiles, por lo que las fracturas son más frecuentes y de los esguinces se recupera uno muy lentamente.

«La discapacidad es una condición que afecta el nivel de vida de un individuo o de un grupo. El término se usa para definir una deficiencia física o mental, como la discapacidad sensorial, cognitiva o intelectual, la enfermedad mental o varios tipos de enfermedades crónicas”.

Las personas con discapacidad, la –minoría más amplia del mundo–, suelen tener menos oportunidades económicas, peor acceso a la educación y tasas de pobreza más altas. Eso se debe principalmente a la falta de servicios que les puedan facilitar la vida (como acceso a la información o al transporte) y porque tienen menos recursos para defender sus derechos.

Debemos tener una sociedad incluyente, buscarla a toda costa, pues  está ampliamente demostrado que una vez eliminados los obstáculos a la integración de las personas discapacitadas, éstas pueden participar activa y productivamente en la vida social y económica de sus comunidades. Por ello es necesario eliminar las barreras de la asimilación de los discapacitados a la sociedad.

Debemos tener ese horizonte de acción, eliminar las barreras y los obstáculos, pero hagámoslo bien, no partamos de que con la intención basta. Yo sé de mejoras que se han hecho con excelente intención, pero han resultado más agresivas que la propia calle original.

No la tomemos como moda, son necesarias y urgentes estas mejoras.  Debemos tenerlas como políticas urgentes y prioritarias.

¿Usted qué piensa, estimado lector? gracias!

 

Autor

Alfonso Vazquez Sotelo