FRANCISCO TOBÍAS H.
De Juanas y Juan
En esta ocasión te platico de la queja de Juana Martínez viuda de Villa ante la autoridad de esta bella ciudad, cuando era villa y se llamaba la Villa de Santiago del Saltillo, cuyo alcald en ese tiempo era Pedro Alfonso Caxigal y Salinas. Su denuncia fue en contra de Juan González, por considerar que fue seducida y engañada.
El 29 de abril de 1678, acudió la quejosa a reclamar lo que ella consideraba su derecho, ya que siendo viuda, Juan se burlo de su corazón. Juana aseguraba haber sido objeto del deseo carnal de Juan.
Juana la viuda nos narró que durante buen tiempo el inculpado iba a su casa a hablarle de amores, “haciéndome prometimientos”, a los que ella afirmaba que se resistió. Fue asediada una y otra y otra vez por Juan, con palabras de casamiento. “Solicitaba pasiones inenarrables”, decía Juana. Pero amigos, el corazón siempre tan pasional y las palabras hermosas de Juan surtieron efecto, y Juana accedió. De esas veces que se impone el corazón a la razón.
Ella lo dijo así: “fiándome de su palabra y segura de ella condescendí a su voluntad”.
Juan la saco de su casa y le puso casa aparte; sin embargo, el tal Juan andaba de quereres con otra mujer, para el colmo también llamada Juana.
¡Ay Juanito!, ¿en qué embrollo te metiste? Una historia de Juanes y Juanas donde una se quedo vestida y alborotada, otra salió ganando y Juan gozando. Pero eso sí, Juana Martínez exigía que se le cumpliera o que se le dejara como estaba. Una anécdota más y de esas que son únicas de este Saltillo hermoso.
Viudas y viudos, cuídense de Juan.