Ciudad de México.- Margarita vive en la Ciudad de México, es una mujer de sesenta años que nunca había conocido el dolor por amor, hasta que un accidente automovilístico le quitó a quien fue su compañero de vida por casi cuarenta años, nunca imaginó que su ausencia le dolería tanto.
Fue amor a primera vista, de esos que ya no hay y en el que pocos creen. “Yo era actriz de teatro independiente en los años setenta aquí en la ciudad, y en una de las funciones nuestras miradas se cruzaron; él estaba entre el público. Al finalizar la función fue a camerinos a pedirme que fuera su novia, sin pensarlo acepté y nos casamos a los seis meses de relación, nadie creyó que eso duraría, pero fueron casi cuarenta años y cuatro hijos de por medio”, rememoró.
Un mes después de la muerte de su esposo ingresó al hospital con un agudo dolor en el pecho, presión arterial alta, sudoración, taquicardia, náusea y ansiedad que se acompañaba del deseo de morir.
Los médicos ya tenían un diagnóstico previo, los síntomas son clásicos de un infarto al miocardio. Sin embargo, la ecocardiografía demostró algo que no comprobaba la hipótesis anterior, ya que la zona apical —punta— y zona media del ventrículo izquierdo del corazón de Margarita presentaban una deformación poco común, pues tenían forma de olla o vasija, diagnóstico oficial: miocardiopatía de Takotsubo o «síndrome del corazón roto».
Como historia salida de la literatura romántica puede describirse el caso clínico de Margarita, ya que el diagnóstico fue relacionado con la pérdida reciente que había padecido, “nuestro matrimonio sufrió de todo, altas y bajas pero hubo mucho amor en este viaje, su ausencia aún me duele pero es algo que hay que sobrellevar porque no quiero que mi corazón lo resienta”.
Pero ¿qué dice la ciencia en casos como estos?, ¿el dolor de la pérdida de un ser querido puede tener una repercusión a nivel físico al grado de “romper” tu corazón?, ¿es posible morir de amor o de alguna fuerte emoción?
Evidencia científica actual señala que cualquier trastorno físico suele implicar alteraciones psicológicas y viceversa, por lo que el sufrimiento de estados emocionales negativos persistentes puede afectar las funciones del organismo en general y hacer vulnerable el cuerpo para desarrollar o mantener enfermedades.
“Básicamente el estímulo de interacciones sociales negativas o eventos emocionales fuertes donde se siente ansiedad, enojo o depresión, estaría vinculado a que nuestro organismo, en este caso el corazón, sufra los embates del medio ambiente”, explicó para la Agencia Informativa Conacyt Rolando Díaz Loving, profesor e investigador de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la división de Posgrado.
Orígenes nipones
La literatura romántica y las ciencias de la salud pueden ser consideradas conceptos antagónicos; sin embargo, los expertos derivan esta relación literaria de casos clínicos reales, aunque estos —los casos— pueden no estar vinculados con las historias de amor o desamor en el desarrollo de enfermedades.
La miocardiopatía de Takotsubo o síndrome del corazón roto es una enfermedad rara y de baja incidencia, donde el estrés crónico y la depresión ocasionados por eventos anteriores estresantes, emocionales o físicos se han relacionado con efectos biológicos negativos, entre los que se incluye la predisposición a este mal.
Fue descrita por primera vez en Japón en la década de los años 90 y su nombre se deriva de una vasija que utilizan los pescadores japoneses como trampa para cazar pulpos (tako, pulpo y tsubo, olla).
Es tan fácil romper un corazón…
En este sentido, los eventos estresantes hacen que el ventrículo izquierdo del corazón se deforme ligeramente ocasionando un estrechamiento de las arterias coronarias y la zona tome una forma similar a esta vasija; el corazón pierde fuerza en la capacidad de bombeo y, finalmente, da manifestaciones similares a las de un infarto.
Casi todos los casos presentados a nivel mundial han sido en Japón, pero los especialistas mencionan que este predominio racial puede ser explicado porque en países occidentales todavía pasa desapercibido su diagnóstico.
Eliud Samuel Montes Cruz, ecocardiografista e investigador del Hospital Regional 1o de Octubre del ISSSTE, comentó para la Agencia Informativa Conacyt que este padecimiento ocasiona insuficiencia cardiaca severa y el paciente comienza a tener dificultades para respirar, incluso requiere de hospitalización.
Sin embargo, un estudio clínico llamado coronariografía diagnóstica revela que en esta enfermedad no se encuentran lesiones que obstruyan el funcionamiento de unas arterias denominadas epicárdicas, “el corazón es un cono; sin embargo, la enfermedad hace que cambie la forma de ese cono y haga un jarrito que va a dilatarse de la punta cancelando el bombeo de sangre”.
A propósito de la fisiopatología de este síndrome, los investigadores involucran a las catecolaminas como uno de los principales influyentes en el mal funcionamiento del corazón, en especial la adrenalina y la noradrenalina, ya que en exámenes de sangre se registran altas concentraciones que ocasionan la dilatación del corazón y se desarrolle insuficiencia cardiaca aguda.
De Japón a América Latina
El caso de Margarita fue publicado hace dos años; sin embargo, un diagnóstico fuera de tierras niponas se reportó en 2004 en México, lo que fue considerado el primer caso de síndrome de Takotsubo en América Latina.
Se trató de una mujer de sesenta y nueve años, viuda y con antecedente de hipertensión arterial desde hacía trece años. Al ingresar al hospital, la mujer mencionó que en 1988 tuvo un fuerte dolor en el pecho durante veinte minutos y dificultad para respirar cuando se le informó que su casa sería incautada.
Tres días después de la noticia fue cuando ingresó al hospital con presión alta y la persistencia de la falta de aire. Los médicos diagnosticaron en primera instancia un infarto al miocardio —igual que a Margarita.
Sin embargo, reingresó al hospital un año después con los mismos síntomas presentados anteriormente, los cuales fueron desencadenados en esta ocasión por estrés emocional intenso, sufrió un asalto.
Para 1994, los síntomas reaparecieron tras una fuerte discusión familiar y en 2003 fue nuevamente hospitalizada por presentar exactamente el mismo historial sintomático, pero los cambios en los estudios del corazón a lo largo de los años, así como la evidente deformación del ventrículo izquierdo, terminaron por dar el diagnóstico de síndrome de Takotsubo.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo, cuya incidencia anual de infarto agudo al miocardio es de 565 mil casos nuevos aproximadamente y alrededor de 300 mil ataques recurrentes cada año, pero estos datos llevan a preguntarse ¿cuántos de estos nuevos casos son realmente diagnosticados con síndrome de Takotsubo?
Pese a la aparición oficial del primer caso reportado, se desconoce la incidencia en América Latina. Los investigadores tienen la hipótesis de que esta enfermedad puede ser más frecuente de lo esperado y que probablemente esté subdiagnosticada por la similitud con el síndrome coronario agudo.
“Es una enfermedad rara pero no estamos ajenos a ella. Sin embargo, debido al estrés que se maneja en México, no hay duda de que puede incrementar el número de casos en los próximos años”, señaló Eliud Montes.
Sensibilidad femenina
Los casos de Margarita y la primera mujer en América Latina diagnosticada con el síndrome del corazón roto tienen similitudes: son mujeres, de sesenta años o más y además de presentar síntomas clínicos similares, las unen historias de estrés emocional intenso que desencadenaron las fallas en su organismo, específicamente en su corazón.
De los casos registrados, se ha visto una distribución de sexos de personas con síndrome de Takotsubo de nueve mujeres por cada hombre. Sin embargo, en Japón es una miocardiopatía frecuente entre los hombres por razones aún sin aclarar.
Samuel Eliud Montes mencionó que evidentemente esta enfermedad es más frecuente en mujeres, donde 90 por ciento de los casos aproximadamente tiene una edad promedio de 68 años, aunque el rango de edad oscila entre los 50 y 70 años, pero no descarta la posibilidad de que haya diagnósticos en hombres y en población con menor edad en Latinoamérica o en otras regiones del mundo.
Generalmente los casos se tratan con personas que poseen la característica de tener diferentes procesos problemáticos, tienen un alto índice de estrés, y como tal existe una liberación alta de catecolaminas.
“Se ha visto que el hecho de que el síndrome sea más común en mujeres puede ser derivado de la alta susceptibilidad presentada a este tipo de cambios en cuanto al estrés y su manejo de problemas. Las mujeres desarrollan más sensibilidad y tienen —muchas veces involuntariamente— mayor carga de preocupación en una relación tanto sentimental como social”, explicó.
Por otro lado, el doctor Rolando Díaz mencionó que, dadas las características de la especie humana como ser biopsicosocial, se crean vínculos que desencadenan distintos estilos de apego, por lo tanto las situaciones de interacción creadas a través de la convivencia social o de pareja y que llevan a experimentar diferentes emociones, sobre todo negativas, tienen un impacto físico sobre el organismo.
“Si nosotros construimos relaciones amorosas o sociales donde se sufre, hay depresión o hay constantes enojos, hace que tengamos respuestas fisiológicas que pueden manifestarse en dermatitis o colitis, incluso implicar al corazón a través de las cardiopatías”.
Sanar el corazón
De acuerdo con Eliud Montes, pese a todos los antecedentes que pueden desencadenar un falso pronóstico de infarto de miocardio y sí un diagnóstico de enfermedad de Takotsubo o síndrome del corazón roto, este se trata de un padecimiento de naturaleza benigna o transitoria, es decir, se tiene la esperanza de que la afección pueda corregirse.
Solo en ciertos casos puede producirse un desenlace fatal en la persona que desarrolla la enfermedad. Sin embargo, una vez que existe el diagnóstico del padecimiento y se ha dado el tratamiento adecuado, el periodo de recuperación oscila entre una y cuatro semanas.
“Los datos que siempre tenemos que recordar es que hay un dolor intenso que se asocia a la falta de aire, sudoración profusa”, explicó.
“¿Cómo mantengo mi corazón sano? He llegado a la conclusión de que nada de lo que haga traerá de vuelta a mi esposo, nos amamos demasiado, pero todo en esta vida tiene su tiempo. Ahora solo recuerdo los momentos felices con él y físicamente me mantengo con una buena alimentación y ejercicio, ayuda al cuerpo y la mente. Es lo que a él le hubiera gustado que hiciera”, comentó Margarita.
Según los especialistas, siempre y cuando no se tenga una predisposición genética para padecerlo, el síndrome del corazón roto puede evitarse teniendo una vida saludable a través del equilibrio biopsicosocial en las relaciones familiares, amorosas y sociales en general, además de que es importante tener a la mano toda la información necesaria sobre qué hacer en cuanto a la manifestación de un evento agudo al corazón.
De acuerdo con Rolando Díaz Loving, si la construcción de una relación —de cualquier índole— se basa en el apoyo y una sana convivencia con el medio, se desarrolla un estilo de apoyo donde no existe la ansiedad ni enojo o depresión por la ausencia de un miembro, lo que permite mantener el corazón en condiciones óptimas y sin efectos negativos.
Los casos de ambas mujeres fueron considerados exitosos a través de los tratamientos intra y extrahospitalarios y en el caso de Margarita, la promesa a su esposo de mantener una vida sana y fuera de depresión es más fuerte para cumplirla, “cuando sea mi turno de partir y reencontrarme con él, será porque ya me tocaba y no porque morí de amor”. (CONACYT)
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