Por Marie von der Tann
El cuerpo es su propio médico por naturaleza. Verena Buchinger, que dirige como médica jefe desde 2017 la clínica de ayuno de su familia en Bad Pyrmont, en Alemania, habla de autofagia, de un «médico interno». La célula elimina las sustancias dañinas por si solas, una especie de mecanismo de desintoxicación propia. Este principio se ve impedido por la insulina, es decir, por comer permanentemente. Por eso, lo que puede ayudar a fomentarlo es no comer nada por un tiempo.
Esto es difícil para la mayoría de las personas. Buchinger se encuentra cada tanto a sus pacientes en el restaurante italiano de la localidad. Lo que consumen allí supera con creces las 200 calorías diarias recomendadas. «Pero es muy humano», se ríe. Sin embargo, la mayor lucha que enfrentan los pacientes ante semejante radicalidad no es contra el hambre, sino contra la costumbre. De repente tienen muchísimo tiempo. Y les falta un espacio para regular emociones.
El bisabuelo de Buchinger, un médico de la Marina, ideó el método de ayuno Buchinger hace más de 100 años. Por día, se permiten dos fuentes calóricas líquidas: una sopa de verdura al mediodía y un jugo a la noche. Y esto, en lo posible, durante 18 días, o al menos una semana. «Es como mandar a los órganos de vacaciones», dice Buchinger.
El primer día es a dieta. El segundo día se limpian los intestinos con sulfato de sodio. No es muy agradable, pero es necesario para que las sustancias indigeribles no sean reabsorbidas por el intestino. A partir de entonces ya sólo hay sopas y jugos. El peso desciende rápidamente. Los hombres en buen estado físico pierden hasta ocho kilos en la primera semana.
Sin embargo, quien cree que los pacientes llegan a estas clínicas sólo para perder peso o desintoxicarse está equivocado. Hay pacientes con reuma, diabetes, presión alta, con dolor crónico o problemas síquicos.
Ayunar actúa en varios niveles. Al ser aplicado a animales, los estudios arrojaron una mejora del rendimiento cognitivo. En un grupo de hombres depresivos subió el ánimo durante tres meses cuando se les permitía una determinada cantidad de comida. Incluso bajarían el riesgo de Alzheimer y Parkinson y se reducen los procesos inflamatorios. Y luego está el tema de la expectativa de vida: los ratones que ayunaron vivieron hasta un 30 por ciento más. En el caso de las lombrices los resultados son aún más impresionantes.
Sin embargo, muchos de estos efectos se han comprobado hasta ahora sólo en ratones y ratas. Por eso no es tan fácil trasladarlos a las personas.
Andreas Pfeiffer, médico nutricionista alemán del hospital Charité de Berlín, no cree ciegamente en este método. «Que ayunar ayude a limpiar arterias y el intestino es ridículo», afirma. Sin embargo, cree que ayunar tiene sentido en algunos casos. «La grasa de los órganos se reduce rápidamente cuando se pasa hambre». Esto es especialmente importante cuando hay demasiada grasa en el hígado.
La Sociedad Alemania de Alimentación (DGE) es ambivalente. Por un lado, cree que no es lo ideal para perder peso. «El 90 por ciento de las personas que hace dieta recupera el peso en cuatro años, da igual cómo hayan bajado», afirma.
Sin embargo, cree que el ayuno tiene efectos psicológicos positivos, ya que las personas que ayunan se centran en su cuerpo, su salud y su alimentación. «Mientras no lo hagan ancianos, embarazadas o niños, no tenemos nada en contra», dice Antje Gahl de la DGE.
De todas formas, antes de pensar en emprender un ayuno, la DGE recomienda renunciar a dos cosas: el alcohol y la nicotina. Para la mayoría de las personas, esto ya es desintoxicación suficiente. (DPA)
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