El gran circo del agua: cuando la lona se alza y el público no fue invitado
Los días 3 y 4 de diciembre de 2025, el Congreso mexicano montó un espectáculo digno de carpa gigante: luces, discursos, aplausos, descontentos y hasta abucheos. En el centro del escenario, el acto estelar —la aprobación de las iniciativas de la Ley de Aguas Nacionales y la Ley General de Aguas— se presentó con toda la pompa de un número principal de circo legislativo.
Durante más de 24 horas de función continua, diputados oficialistas y opositores hicieron malabares con argumentos, saltos retóricos y acrobacias ideológicas. Al final, el bloque mayoritario aplaudió el cierre del acto: 83 votos a favor, 27 en contra y 37 abstenciones, según reportó UnoTV. Los reflectores apuntaron al “avance histórico” que ahora pasa al Senado.
Pero entre las gradas, el público —campesinos, agricultores, comunidades rurales— no celebraba. Muchos ni siquiera fueron invitados a la función.
Acto 1: Los malabaristas de las concesiones
La reforma promete modernizar el manejo del agua. Crea un Registro Nacional de Concesiones administrado por la CONAGUA, busca evitar el acaparamiento y sancionar a quienes desperdicien o “reten” volúmenes de agua sin uso productivo. En apariencia, un número elegante: malabaristas que equilibran justicia y control.
Sin embargo, en el fondo del escenario, algunos ven cuerdas tensas: la prohibición de transferir libremente los derechos de agua —salvo para el mismo uso agropecuario— podría, según productores, asfixiar al campo. Lo que se anuncia como “equidad” podría terminar como un acto de prestidigitación burocrática donde los pequeños pierden lo poco que tenían.
Como dijo Jericó Abramo, Los grandes porductores van a ser chantajeados con el agua, ya que ellos si pueden renovar facilmente, pero los ejidatarios, podrían pasar por el lanzador de cuchillos y no todos lo lograrían.
El elefante que todos fingen no ver
Entre aplausos forzados y discursos coreografiados, quedó encerrado un enorme elefante: la falta de consulta. Diversos sectores del campo denunciaron que la ley se aprobó sin escuchar realmente a quienes dependen del agua para sobrevivir. Mientras los legisladores hacían piruetas legislativas, en las afueras del Congreso los campesinos protestaban, temiendo que esta reforma sea —como dijo uno de ellos— “el último clavo al ataúd del campo mexicano”.
El elefante, invisible para algunos, recuerda una verdad incómoda: sin participación social, toda reforma se vuelve un número vacío, una ilusión óptica entre humo y confeti.
Acto final: El telón se levanta, pero el público se va
Los promotores de la ley aseguran que busca ordenar el uso del agua, frenar abusos y garantizar un reparto más justo. Pero fuera de la carpa, productores y transportistas amenazan con bloquear la Ciudad de México. No ven justicia ni transparencia, sino centralización y riesgo.
Y entre tanto ruido, el agua —la verdadera protagonista— sigue esperando su turno en el escenario. Sin ella no hay función posible: ni cosecha, ni ciudad, ni país que subsista.
El espectáculo debe continuar, dicen los artistas. Pero en este circo del agua, más que aplausos, se escuchan ecos de desconfianza y sed.
“Esperemos a que se acabe el circo, para verle la cara a los payasos”
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