Es célebre la partida de ajedrez, la llamada “Partida Inmortal”, jugada entre Anderssen y Kieseritzky en 1851. En el movimiento 18 aparece una jugada discutida: algunos la consideran un error, otros un acierto genial. Lo cierto es que marcó el rumbo de la partida. Con el reciente nombramiento de Ernestina Godoy al frente de la FGR, la presidenta ha hecho su propio movimiento Ad6: una jugada audaz, polémica y decisiva.
El tema de la seguridad en México ha sido recurrente y profundamente doloroso. Años atrás escribí un artículo donde cité a Moisés Naím: “países latinoamericanos, como México, tienen una tasa de homicidios más alta que Afganistán y Bagdad”. Esa realidad no ha desaparecido, pero sí ha obligado a que la seguridad sea un punto central del actual gobierno. Y ahora, con Godoy, lo es aún más.
Su designación ha dividido opiniones. Como aquella jugada Ad6, tiene admiradores y detractores. Sus defensores subrayan su experiencia en la coordinación de seguridad, procuración de justicia e instituciones policiales en la Ciudad de México. Señalan que esa fórmula permitió reducir delitos de alto impacto y podría convertirse en una política criminal “unificada” a escala nacional. De hecho, diversos análisis apuntan a que su llegada a la FGR busca replicar el modelo de la capital en todo el país.
En su primer día en el cargo, Godoy nombró a personas de perfiles sólidos en seguridad e inteligencia —varios de ellos colaboradores suyos en la CDMX— al frente de áreas clave como la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO) y la Agencia de Investigación Criminal (AIC). Esta reconfiguración sugiere una coordinación más estrecha entre la FGR, las dependencias de seguridad y las estructuras federales. En teoría, esto se traduciría en una estrategia más firme en materia de seguridad nacional.
Pero también han surgido críticas. Llevar su modelo de la capital a nivel federal podría replicar no solo sus aciertos, sino también las críticas de centralización del poder, cuestionamientos a la autonomía judicial y el riesgo —mencionado por organizaciones sociales— de que la procuración de justicia pueda politizarse.
El ascenso de Ernestina Godoy a la FGR es, sin duda, una apuesta mayor del gobierno: trasladar al ámbito nacional una fórmula que, según los analistas, funcionó en la ciudad. Esa apuesta podría generar avances importantes contra la delincuencia y fortalecer la capacidad del Estado; pero también podría abrir un frente de críticas sobre la independencia de la institución.
En resumen, la llegada de Godoy marca el inicio de una posible transformación profunda de la procuración de justicia en México. Falta esperar si esa transformación fortalecerá la seguridad y el acceso a la justicia, o si terminará consolidando un poder más centralizado. Y aquí, como en el ajedrez, habrá que observar con atención el desenlace de esta partida.
El tiempo dirá si este Ad6 fue un error… o una jugada inmortal.






