LO QUE MÉXICO GANA Y PIERDE CON EL NUEVO PRESUPUESTO

 El Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 no es cualquier documento: es el mapa que revela, sin rodeos, hacia dónde quiere llevarnos el gobierno. Y este año la ruta es clara: más Estado social, sin debilitar la vida democrática. No es una apuesta menor ni mucho menos inocente. El desafío será ver si se logra.

Desde un punto de vista constitucional, el presupuesto es mucho más que una tabla de números: es un acto de poder. El artículo 74, fracción IV, de la Constitución entrega a la Cámara de Diputados la llave del gasto federal. Y el artículo 126 establece la regla de oro: no se puede gastar ni un solo peso que no esté previsto en el presupuesto o en una ley posterior.

Por si fuera poco, el artículo 134 eleva a rango constitucional los principios de eficiencia, honradez, legalidad y transparencia en el uso del dinero público. Es decir, no basta con repartir recursos: hay que justificar cada peso y rendir cuentas de él.

La doctrina también ayuda a entender su importancia. El propio Centro de Estudios de la Cámara de Diputados afirma que el presupuesto es “legalmente equiparable a una ley”. Dicho en términos más sencillos: lo aprobado por San Lázaro no es una recomendación, es norma obligatoria, y no puede ser burlada por atajos políticos.

¿Y qué nos dicen los números del PEF 2026? Aquí viene lo más interesante: el presupuesto total será de 10 billones 193 mil 683 millones de pesos. Se hicieron reasignaciones por 17,788.1 millones, que salieron sobre todo de órganos autónomos.

En particular:

Poder Judicial: –15,805 mdp

INE: –1,000 mdp

FGR: –933 mdp

CNDH: –50 mdp

Sí: recibieron tijera.

¿A dónde fue ese dinero? A rubros considerados estratégicos:

Educación: +10,842 mdp

Ciencia y tecnología: +2,500 mdp

Cultura: +1,985 mdp

Medio ambiente: +1,500 mdp

En conjunto, el gasto público crece en términos reales 5.9 % respecto al año anterior.

¿Qué significa esto para el país?

En términos prácticos, el gobierno está apostando a fortalecer el Estado social, invertir más en conocimiento, educación, cultura y medio ambiente. En pocas palabras, a impulsar áreas que se ven bonito en cualquier proyecto de nación y que, además, son necesarias.

Pero la otra cara es inevitable: los recortes siempre lastiman a alguien o algo.

¿Gana o pierde México?

México gana porque se fortalece la inversión social y los sectores que pueden impulsar el desarrollo a largo plazo. Pero también pierde porque se reducen recursos a otras instituciones. Ni modos, parece inevitable el sacrificio. Lo que no sabemos es si fue un acierto o desacierto; eso lo veremos en diciembre de 2026.

El 2026 será un año clave. Si el dinero se usa bien, la apuesta puede dar resultados positivos. Si no, los recortes podrían volverse un boomerang institucional.