INFANCIA SIN SUEÑO: EL IMPACTO OCULTO DE LAS REDES EN TUS HIJAS E HIJOS

Tus hijas e hijos te dicen por la mañana que están cansados, aunque no se hayan dormido tan tarde. A lo mejor tú lo atribuyes a la tarea o al “scroll nocturno”, pero lo que está detrás podría ser más profundo: no es solo diversión, es un robo silencioso de sueño, salud y bienestar.

Dormir bien no es un lujo, es una necesidad —y más aún para quienes aún están creciendo—. La ciencia lo confirma: sacrificar el sueño en la niñez y adolescencia afecta no solo el estado de ánimo, sino también la salud física y mental. En diez años, ese déficit se puede pagar con ansiedad, depresión, baja concentración e incluso problemas más graves.

Parte del problema es que nuestras hijas e hijos ya no solo juegan videojuegos: están inmersos en redes sociales. Plataformas diseñadas para atraparlos, que mantienen sus cerebros enganchados con notificaciones, comparaciones y scroll infinito. Esto es un problema mundial y México no está exento. Según la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) entre 2017 y 2023 el porcentaje de niñas, niños y adolescentes de 6 a 17 años con internet creció enormemente, y hoy 21.9 millones de personas en ese rango usan internet. Más aún, en 2023, el 62.3% de este grupo declaró usar redes sociales, lo que equivale a alrededor de 16.6 millones.

Healthychildren dio a conocer que el uso compulsivo de redes puede provocar adicción digital y peligros reales. En el Blog de datos e incidencia política de REDIM se explicó que en México el ciberacoso afecta al 25.7% de adolescentes entre 12 y 17 años.

Las consecuencias ya se sienten. Según reportes recientes, el uso desmedido de redes sociales está relacionado con más ansiedad, irritabilidad, depresión y fallas en el ciclo de sueño en menores. No es una exageración: lo que empieza como “solo un ratito más” frente al celular puede convertirse en un patrón que daña el desarrollo emocional y cognitivo.

¿Y qué hacen otros países frente a esto? Dinamarca, por ejemplo, dio un paso radical: propondrá prohibir el acceso a redes sociales para menores de 15 años, salvo casos autorizados por los padres desde los 13. La primera ministra danesa, Mette Frederiksen, lo dijo sin rodeos: “las redes roban nuestra infancia”.

No solo Dinamarca. En Australia también se ha planteado limitar el acceso: se busca prohibir que menores de 16 años usen redes sociales, con verificación de edad y responsabilidades legales para las plataformas que no cumplan. Estas decisiones no son para aislar a la niñez, sino para obligar a un uso más responsable, seguro y equilibrado de la tecnología.

En México, la discusión también se mueve, aunque con más lentitud. En la Cámara de Diputados se ha presentado un punto de acuerdo para pedir que instancias públicas promuevan medidas de ciberseguridad para menores: filtros, límites de uso, verificación de edad. Además, la ley reconoce que el uso digital excesivo puede vulnerar derechos básicos de niñas, niños y adolescentes, como el descanso o la integridad emocional.

Entonces, ¿qué podemos hacer como sociedad? Aquí van algunas propuestas que todos podemos impulsar: promover una Regulación inteligente: no prohibir todo, sino crear un marco de protección. Que las plataformas incluyan verificación de edad, límites de tiempo y funciones para dormir (“modo descanso”). Generar Educación digital desde casa y la escuela: que madres, padres, maestros y

tutores sepan acompañar y orientar el uso de redes. Que no seamos espectadores silenciosos, sino guías activos. Y sin duda, que el Estado implemente Políticas públicas y regulación normativa: campañas de bienestar digital que hablen de sueño, salud mental y la importancia de desconectarse para reconectarse. Así como realizar Investigación y recopilar datos locales pues necesitamos estudios en México sobre cómo el uso digital está afectando el sueño y la salud emocional y física de los jóvenes. No basta con mirar lo que hacen otros países: aquí vivimos nuestra propia realidad.

Si no actuamos ahora, corremos el riesgo de ver a una generación que creció hiperconectada… pero con el alma cansada. No permitamos que las redes les roben también las noches. Merecen dormir, crecer y soñar sin interrupciones digitales.