CRIMEN EN URUAPAN

Michoacán ha sido pionero en la política y las trasformaciones de nuestro país.

Muy diferentes, por cierto, a esa nefasta Cuarta Transformación (4T) que presume el actual gobierno.

Fue en Michoacán, donde nació el presidente Lázaro Cárdenas; autor de la reforma agraria y la nacionalización petrolera.

Fue en Michoacán, donde la oposición ganó en 1947 la primera alcaldía; el municipio de Quiroga, con el panista Manuel Torres Serranía.

Fue en Michoacán donde la izquierda ganó en 1990 con el PSUM y su candidato el médico Ignacio López Mendoza, su primera alcaldía, la de Santa Ana Maya. En 2013 siendo nuevamente alcalde, Ignacio denunció al crimen organizado y fue asesinado.

Fue en Michoacán, donde por el impulso de Cuauhtémoc Cárdenas, entre otros, se dio el primer desgajamiento importante del PRI con el surgimiento de la Corriente Democrática.

Tengo por eso esperanza que la indignación causada por el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, balaceado este primero de noviembre cuando presidía un evento público del Día de Muertos, sea semilla que crezca lo suficiente para poder echar a la basura este gobierno de ineptos.

Es por su omisión o complicidad frente a los narcotraficantes, festejados como héroes en el gobierno de López Obrador que con cinismo repetía que serían combatidos con abrazos y no con balazos, que ha resultado incapaz de cumplir con la principal función de un gobierno que es la de dar seguridad a su población.

Vivimos entre balaceras y matanzas sin que a la presidenta Claudia Sheinbaum se le ocurra algo más, que echar la culpa a los gobiernos “liberales” anteriores y a los periodistas “carroñeros” y reiterar que los culpables no quedarán impunes y se abrirán carpetas de investigación.

Investigaciones que, como prueban los muchos casos pendientes, nunca se concluyen y cuando más, se encarcela por poco tiempo a los eslabones más bajos de los atentados.

Lo que ha llevado a México, al horror por el que estamos pasando.

Es una vergüenza que el gabinete de Seguridad no haya hecho su tarea de inteligencia para evitar el crimen.

Es una vergüenza que no haya mayores recursos para combatirlos y que en cambio, el gobierno destine 13 millones 751 mil pesos al día a los irresponsables partidos políticos que tenemos.

Durante los trece meses que Sheinbaum ha gobernado, han sido victimados decenas de miles de mexicanos y ocho alcaldes; tres en Oaxaca, dos en Guerrero, otros dos en Michoacán y uno en San Luis Potosí.

Pero como excusa y defensa ante el asesinato de Manzo, la presidenta y su secretario de la Defensa han dicho que el edil asesinado tenía designadas por el gobierno federal 14 escoltas.

Peor todavía, porque eso prueba la inutilidad o el peligro de tenerlas.

Es hora de que exijamos mayores y más contundentes acciones contra los narcos, que hoy mandan en la economía y la política de infinidad de municipios; donde deciden quién, qué y a cuánto debe venderse, quién gobierna, quién ocupa qué cargo, quién vive y quién muere.

Como bien expresó Raymundo Riva Palacio en su columna de este día 3 en El Informador, Michoacán “es el nuevo símbolo del fracaso de la política del Gobierno, exitosa en la palabrería de los partes policiales diarios que nadie sabe qué tan ciertos son, pero que no reflejan el freno a la violencia, a los asesinatos rampantes, a las masacres y a las guerras entre los cárteles…”

El alcalde Manzo al igual que el líder limonero michoacano Bernardo Bravo, asesinado también hace pocos días, fueron tiroteados tras denunciar los crímenes y extorsiones de los narcos, ambos informaron que no harían con ellos pactos criminales, revelaron haber recibido amenazas del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y pidieron refuerzos federales, que no llegaron o fueron insuficientes.

Y sus muertes representan la derrota de las autoridades que no han querido o podido combatirlos.

Decía AMLO, y repite Claudia, que el pueblo bueno y sabio no se equivoca; bueno pues ese pueblo dijo en boca de Manzo que el «Estado había perdido el control del país» y que él había sido intimidado tanto por fuerzas estatales, como por grupos criminales.

Manzo exigió la intervención del Ejército y la Marina para frenar la violencia y pocos días antes de morir declaró “si algo me pasa, quiero que se sepa por qué fue”.

Seguramente muchos sabían ese por qué y lo expresaron cuando el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla llegó a su entierro y fue corrido con gritos de “¡Asesino!” y “¡Fue tu culpa!”.

Y lo mismo podrían decir los familiares de los otros 6 alcaldes que han matado durante su gobierno, pero él sigue ahí tan campante.

Ya basta que la presidenta siga mintiendo al decir que quienes exigimos acciones, es porque queremos que regresen los gobiernos corruptos; como si el suyo y el anterior, no lo fueran en mayor medida.

En fin, aunque no estoy de acuerdo en la intervención de EU en otros países, creo que desgraciadamente ha llegado el momento de aceptar la oferta de Christopher Landau, “de profundizar la cooperación en materia de seguridad con México para erradicar el crimen organizado a ambos lados de la frontera”.