NAVAJA LIBRE

Extorsión: el vacío que deja el Estado

Si una familia paga por vivir, un comerciante por operar o un agricultor es asesinado por denunciar, el Estado ha fallado y el crimen manda. En México, el miedo es cotidiano y denunciar puede ser mortal. Allí, a esa ruptura del Estado de Derecho en el que de facto gobiernan en distintos territorios del país los grupos criminales; allí es a donde nos han conducido los gobiernos de Morena y su pacto criminal.

Por eso el PAN impulsó con firmeza una legislación nacional que diera al Estado herramientas reales para perseguir este delito. Una ley que castigue con severidad a los responsables, pero también a los funcionarios que, por omisión o corrupción, facilitan que el crimen prospere. Sin embargo, Morena volvió a anteponer su interés político al bienestar ciudadano. Redujo las penas, eliminó candados clave y se negó a asignar recursos para su implementación.

Así se aprobó una ley débil, sin presupuesto ni mecanismos efectivos para garantizar su cumplimiento. En los hechos, se trata de una norma que nace sin fuerza, sin capacidad operativa y sin voluntad política. El propio artículo noveno transitorio establece que todo se hará “con cargo al presupuesto aprobado”, lo que significa que no habrá dinero adicional para combatir la extorsión. En otras palabras: una ley sin dientes.

La consecuencia será la misma que vivimos desde hace años: más miedo, más víctimas, más impunidad. Solo en el primer semestre de 2025, más de 5 mil 800 personas denunciaron haber sido víctimas de extorsión, pero detrás de esa cifra hay miles que callan por temor. En el campo, hectáreas enteras están abandonadas por el “derecho de piso”; en las ciudades, negocios cierran para siempre. Donde el Estado se retira, el crimen manda.

Desde el PAN no nos resignamos a esta realidad. Exigimos que la seguridad deje de estar condicionada a los ahorros del gobierno. Las leyes no se miden por el número de páginas, sino por cuántas vidas salvan. Y esta ley, tal como fue aprobada por Morena, está condenada a no salvar ninguna.

México necesita autoridad, no simulación. Justicia, no discursos. Un Estado presente, no uno que se excuse. Porque mientras el gobierno se engaña con su propia retórica, millones de mexicanos siguen pagando por vivir.