Donde no todo es lo que parece…
En el gran circo nacional de la seguridad, donde cada estado intenta presumir su acto estelar, Coahuila vuelve a colocarse en el centro de la pista. Esta vez, el domador del orden, Omar García Harfuch, levantó la voz para poner a Coahuila como ejemplo de lo que se debe hacer: fortalecer a las policías estatales y mantener la coordinación como clave del espectáculo.
El reconocimiento no es menor. Mientras en otras pistas del país los payasos del crimen hacen de las suyas y los trapecistas de la justicia caen sin red, aquí el show se mantiene en pie. El fiscal general del Estado, Federico Fernéndez Montañez, asegura que Coahuila sigue “blindado”, una palabra que se repite como mantra en cada función oficial. Y el gobernador, conocedor del libreto, la usa con precisión quirúrgica, porque sabe que en este número nadie le puede reclamar incoherencia: los resultados lo respaldan.
Basta mirar a los otros escenarios del país para notar el contraste. Estados como Guanajuato, Michoacán, Zacatecas, Guerrero y Baja California viven funciones diarias de horror, donde el crimen marca la pauta y los gobiernos parecen simples espectadores. En esos lugares, la violencia se ha vuelto parte del guion cotidiano y los aplausos del público se sustituyen por el miedo y la resignación. Ahí, los leones y tigeres se les salieron de control, y los domadores ya no saben por dónde entra la fiera.
En los últimos actos del norte, concretamente en el municipio de Hidalgo, los intentos de irrupción han sido repelidos tres veces, gracias a un trabajo coordinado entre las autoridades federales, estatales y municipales. Un acto sincronizado que, en el escenario nacional, no todos pueden presumir.
Claro, no todo es aplauso. En este circo también hay riesgos: confiarse del éxito, pensar que el domo de seguridad es impenetrable, o creer que el público no nota los detalles detrás del telón. Porque la seguridad no es un número de magia ni un truco bien ensayado: es una labor constante que se sostiene con disciplina, estrategia y voluntad.
Mientras el país entero vive entre el fuego cruzado de los intereses y la impunidad, Coahuila sigue mostrando su función más ordenada. No perfecta, pero sí firme. Y en este circo político, eso ya es mucho decir.
“Esperemos a que se acabe el circo, para verle la cara a los payasos”
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