Un presupuesto “humanista”… con factura impagable
La presidenta Claudia Sheinbaum intenta convencer al país de que el actual endeudamiento es herencia de Calderón y Peña Nieto. Nada más falso. Es cierto que la deuda creció en esos sexenios: al cierre de Calderón equivalía al 35.6% del PIB; al final de Peña, al 43.6% (14.2 billones de pesos). Pero la verdadera explosión llegó con López Obrador: en diciembre de 2024, el SHRFSP ya era de 51.4% del PIB, es decir, 17.4 billones. En apenas seis años, cada mexicano pasó de deber 112 mil pesos a más de 131 mil, un incremento de 17.5%. Ese es el boquete fiscal que Sheinbaum heredó, y que hoy busca tapar con más deuda y más impuestos.
El Paquete Económico 2026 no engaña a nadie. El propio documento prevé que la deuda supere los 20 billones de pesos en 2026. En vez de invertir en salud o educación, buena parte se destinará a pagar intereses y a rescatar a Pemex. Y mientras tanto, se aprieta a los contribuyentes cautivos: el IEPS a refrescos casi se duplica, se encarecen tabacos, apuestas y videojuegos, y se establecen aranceles de hasta 50% a más de 1,400 productos de países sin tratado comercial.
El discurso oficial habla de un presupuesto con “prosperidad compartida”. La realidad es que se comparte la carga de la deuda: 151 mil pesos por cada mexicano. Y mientras tanto, el gobierno sigue maquillando responsabilidades. Sheinbaum culpa a sexenios de hace más de una década, pero oculta que su verdadero aliado político fue quien llevó la deuda a niveles históricos y desató el déficit que hoy amenaza la estabilidad del país.
Endeudar al país a estos niveles no es justicia social, es hipotecar el futuro. Y proteger con mentiras al responsable es una forma de complicidad. México necesita claridad y responsabilidad, no discursos engañosos que reparten culpas hacia el pasado para evadir la verdad del presente.






