NAVAJA LIBRE

Lujos que se pagan con austeridad ajena

En los hospitales públicos faltan medicinas, en particular para niñas y niños con cáncer. Las escuelas se deterioran sin mantenimiento, las carreteras muestran baches que parecen cráteres y los servicios públicos se encuentran en franco abandono. Ese es el rostro cotidiano de la austeridad que millones de mexicanos padecen. Del otro lado, la imagen es muy distinta: líderes de Morena viajando en primera clase a París o Tokio, hospedándose en hoteles de lujo, cenando en restaurantes donde la cuenta llega a 70 mil pesos y luciendo relojes y ropa de diseñador. El contraste no puede ser más brutal.

La pregunta surge inevitablemente: ¿cómo pueden costear ese tren de vida Andy y José Ramón López Beltrán? ¿Cómo Felipa, la prima petrolera, o el hermano Pío, sorprendido con sobres de dinero? ¿Cómo personajes como Noroña, Nahle o Delgado, que con naturalidad hablan de “austeridad republicana” mientras viven como reyes? La respuesta se encuentra en los múltiples escándalos de corrupción que han acompañado a Morena: desde el fraude de SEGALMEX hasta los contratos opacos de BIRMEX, pasando por los sobrecostos multimillonarios en Dos Bocas y el Tren Maya, o el desmantelamiento inútil del NAICM que costó cientos de miles de millones de pesos. Y, por supuesto, el huachicol, que en 2024 representó pérdidas superiores a los 60 mil millones de pesos.

Cada peso que se va en corrupción, cada recurso que se desvía o se pierde en proyectos mal planeados, es un peso menos para salud, educación, infraestructura y medio ambiente. La ciudadanía lo percibe y lo resiente: la escuela de su hijo sin techos dignos, la clínica sin medicinas, la carretera intransitable. Y cuando esa realidad se pone frente a la opulencia de los dirigentes que se dicen “diferentes”, lo que se erosiona no es solo la economía familiar, sino la confianza en la democracia y sus instituciones.

La democracia requiere de credibilidad, y esta se sustenta en la congruencia. Cuando los políticos predican austeridad y practican el derroche, minan los cimientos del Estado de derecho. La gente deja de creer, no porque no valore la democracia, sino porque ve a quienes deberían honrarla convertidos en su peor amenaza.

Morena prometió honestidad y austeridad. Hoy muestra corrupción y privilegios. El costo no se mide solo en pesos, sino en la pérdida de confianza en nuestras instituciones.