VIVIR ES AHORA

También se vale sentirse mal

¿Te ha pasado que, en algunos días, te sientes abrumado por el peso del cansancio o la tristeza? Muchas veces podemos conocer la causa, pero en otras no sabemos ni por qué…

En el ritmo tan acelerado de la vida moderna, que exige resultados casi instantáneos y seguir resolviendo inquietudes, es común que nos sintamos así, y muchas veces ignoramos las señales que nuestro cuerpo y nuestra mente nos envían, esperando que simplemente desaparezcan.

Sin embargo, estas señales son mensajeros poderosos que nos indican la necesidad de hacer una pausa, saber en dónde estamos parados y reflexionar.

¡También se vale sentirse mal!

Permitirte sentirte mal algunos días no es un signo de debilidad; es un recordatorio de que, ante todo, sigues siendo humano.

El cansancio y el dolor muchas veces aparecen como mensajeros que nos recuerdan que estamos descuidando partes vitales de nuestra vida en la búsqueda incansable de objetivos externos. Son como un faro, guiándonos hacia el cuidado propio, hacia la importancia de valorar lo que realmente importa.

La incomodidad que sentimos no es nuestra enemiga; es una aliada que nos invita a replantearnos nuestras prioridades, a dar espacio a lo que nutre nuestra alma y a tomar una pausa para respirar, descansar y sentirnos vivos.

Tal vez, como a muchos les ha pasado, un día desperté al borde del agotamiento, tratando de seguir persiguiendo metas que una vez llenaron mi espíritu y que ahora me resultaban agotadoras. No era porque no me gustaran o contribuyeran más a mi camino, sino que no tenía la energía ni la claridad para seguir adelante con ellas. Y enfermé… Fue en ese momento de quiebre donde aprendí una lección crucial:

Los momentos de debilidad son oportunidades para encontrar tu verdadera fortaleza.

Nos permiten recordarnos que estamos vivos, y que muchas veces dejamos de vivir por cumplir, de disfrutar por alcanzar, de tomarnos un momento para hacer un recuento de lo que hemos podido lograr y disfrutar lo que hemos construído.

En ese momento, pude reconocer que, aunque siempre pongo todo el amor y el corazón en lo que hago, me estaba dejando a un lado. Sin escuchar mis necesidades y dejando de darme ese amor también a mí, sin nutrirme emocional y espiritualmente.

Mi cuerpo y mi mente me obligaron a aceptar mis sentimientos y permitirme descansar. me brindaron claridad para ver lo que realmente importaba, como mi salud y mi bienestar.

Para superar esos momentos difíciles, seguí estos pasos, que hoy te comparto para que puedas seguirlos sin necesidad de llegar a un momento de quiebre:

 

  • Permítete sentir y reconocer tus emociones sin juzgarte.
  • Haz pequeñas pausas diarias. Incluso unos minutos de respiración profunda o meditación pueden marcar la diferencia.
  • Conecta con tus valores más profundos. Reevalúa lo que realmente importa para ti y rehace tu enfoque hacia esos aspectos.
  • Ejercítate. Es la manera en que le dices a tu cuerpo que lo amas y lo cuidas.
  • Busca apoyo. Hablar con un coach de vida puede proporcionarte una perspectiva fresca y estrategias concretas para seguir adelante.

 

En un proceso de coaching de vida, aprendes a amarte a ti mismo y a apreciar tus necesidades más profundas. Es un camino hacia el autoconocimiento y la autorreflexión, que te permite salir del quiebre, y en donde te permites entender que el amor propio no es egoísmo, sino la base de una vida equilibrada.

 

Recuerda:

La clave para superar los momentos difíciles no es evitarlos, sino enfrentarlos con amor y sabiduría.

La próxima vez que te sientas desgastado, pregúntate: «¿Qué es lo que realmente necesito en este momento para estar en paz conmigo mismo?»

Permítete descubrir tu fortaleza interior y aprende a caminar con seguridad hacia un futuro lleno de posibilidades. Tu bienestar es la base de todas tus metas y sueños. ¡Atrévete a priorizarlo hoy!

 

coachteylealg@gmail.com