FIFISEANDO POR EL MUNDO

 Fue terco el presidente López Obrador, en dividir a los mexicanos.

Colocaba de un lado al “pueblo bueno y sabio”, al que daba dádivas a cambio de votos.

Y del otro, no a los ricos que se enriquecieron más durante su gobierno, sino a la clase media con aspiraciones a la que burlonamente llamaba fifis pirrurris.

Ahora estamos viendo que muchos de sus cercanos colaboradores fingieron ser “pueblo bueno”, pero su secreta aspiración era pertenecer al malo: ser fifis o cuando menos, viajar como pirrurris.

Escribí hace casi 7 años, en octubre de 2018, que en su gobierno habría más fifís de los que pensábamos y no me equivoqué

Fue el primero César Yáñez, su amigo de más confianza y pareja hasta 2017 y durante18 años de Elena Chávez que años más tarde escribió El Rey del Cash, para denunciar que el dinero con el que AMLO financiaba los gastos de su familia y vida política, provenía de funcionarios que ilegalmente le entregaban dinero público en efectivo.

Yáñez dejó a Elena para casarse con Dulce María Hernández, quién hasta poco antes estaba presa en Puebla acusada de lavar dinero.

Y su boda, que calificó como “triunfo del amor” mientras muchos pensamos que la que ganó fue la incongruencia, fue reseñada en varias páginas por la revista HOLA, con fotografías de los 3 vestidos usados por la novia, el bosque encantado que sirvió de escenario al abundante banquete de platillos selectos y la bendición que en el altar les dio la esposa de López Obrador, Beatriz Gutiérrez.

Ambiciosa aspirante a fifi, pelo teñido de amarillo y maquillista y modisto de planta, Gutiérrez fue en el sexenio que estaba entonces por iniciar, el verdadero poder tras la silla presidencial; manejo a su marido como quiso.

Las críticas por los excesos de su enlace costaron a Yáñez el alto puesto que AMLO le tenía en su gabinete.

Y llevaron a López Obrador a alegar que no había razón para el enojo “porque fue evento particular y no acto de gobierno”.

Curioso que con los genes se hereden también los dichos, porque eso mismo argumenta hoy José Ramón López Beltrán, para defender a su hermano Andy; censurado por haberse alojado en el hotel Akura, de Tokio donde la habitación más barata cuesta 15 mil pesos la noche y comprar en tiendas exclusivas de la capital nipona.

“La única propuesta de la oposición es espiar vidas privadas”, asentó.

Si piensa de verdad eso, debiera aconsejar a Andy que se quede en casita; porque el mundo está lleno de ojos avizores nacionales y extranjeros, cuyos hallazgos pudieran ocasionar no solo críticas sino consecuencias políticas y penales.

En fin, mal le salieron las cosas al hoy residente en la Chingada; porque en lugar de acabar con fifis y pirrurris como quería, se le multiplicaron como conejos que brincan no de sombreros de magos, sino a las primeras clases de aviones y comercios exclusivos con lentes obscuros y cachuchas.

Y se les podría aplicar lo que ellos, que actualmente censuran medios y periodistas, gritaban: “prensa vendida cuéntanos bien no somos uno ni somos 100, prensa vendida cuéntanos bien”.

No llegan aún a cien, pero no tardan; pasan de la docena los que llegaron al gobierno alardeando ser diferentes y despilfarran lo ajeno igualito o peor, que los de antes.

Y sus andanzas y gastos que en mucho superan sus salarios, han sido fotografiados.

Vimos a su hijo Andy, secretario de Organización de Morena, en ese hotel japonés.

Y al diputado morenista Daniel Asaf, acompañándolo.

Al senador morenista Gerardo Fernández Noroña volando en primera clase de Air France y vacacionando en Europa y Nuevo Orleans.

Al diputado morenista Enrique Vázquez Navarro, en un cabaret de Ibiza.

Al secretario morenista de Educación Pública, Mario Delgado en el hotel Pausada de Lisboa.

Al diputado y acosador sexual morenista Cuauhtémoc Blanco, comprándose ropa en Milán.

Al diputado morenista Pedro Haces, en la Feria de Sevilla.

Al diputado morenista Miguel Ángel Yunes, en Italia.

Al senador morenista Ricardo Monreal, en Madrid y Santiago de Compostela.

A la ministra Loretta Ortiz, trepada en un camello en Egipto.

Al casi morenista Alejandro Moreno, en Oporto, Portugal, presumiendo reloj de cientos de miles de dólares.

A la morenista Beatriz Gutiérrez -inventora y correo de la carta en la que el presidente López Obrador exigía a España se disculpara con México por los crímenes de la conquista- y quien, con incongruencia total, pidió al gobierno de ese país la nacionalidad española por derecho de sangre y varios medios aseguran ya vive en España, con su hijo Ernesto y seguramente con parte de los dineros que a su familia redituó el dar abrazos y no balazos a los narcos, como predicaba su abandonado marido.

Al hijo menor de AMLO, Ernesto López Gutiérrez, obeso fifi que aparece en varias fotografías agasajando en un yate a una chica en altamar.