COMO DECÍA MI ABUELA

“De leer”…

Mi abuela tenía sus revistas de tejido, revistas Mary Claire, periódicos, que leía mi abuelo y ella utilizaba después para las jaulas de sus canarios, pero no ví que tuviera libros propios, más allá de aquellos que utilizaba para sus oraciones y el rosario. A quién vi con un libro en la mano fue a mi abuelo, tenía libros de herbolaria y otros temas interesantes además de novelas. Quizá al perder el vigor de los años se regocijó en la lectura o quizás siempre lo hizo solo que yo en mis correrías infantiles no me di cuenta. Sin embargo en mi tiempo de estudiante cuando iba a verlos tomaba alguno de aquellos libros y los hojeaba, adentrándome en las lecturas del abuelo. Un día, al encontrarme leyendo sobre las propiedades del aguacate, mi abuelo me sonrió y me dijo «Del leer, nace el saber» y continuamos la plática acerca de su interesante libro, aguacates y otras especies vegetales.

«El invencible verano de Liliana» de la autora Cristina Rivera Garza, es un libro que ha tocado muchas fibras sensibles, pues está lleno de contrastes. Por un lado el estilo de escritura de la autora es por demás hermoso, fluido, ameno; pero el tema es sumamente crudo y, a la vez amoroso, pues relata la historia de una familia víctima del feminicidio de Liliana, la manera en la que los padres y la hermana de esta sobreviven al duelo y se enfrentan a la falta de nombre legal para lo que sucedió con Liliana, falta de empatía por parte de las autoridades y la falta de justicia, la impunidad que es una herida abierta y punzante que recorre cada rincón de nuestro país.

Lo que más asombro me causa es que la autora hable de los logros feministas a los que hemos llegado después del feminicidio de Liliana, contando entre ellos el que, al homicidio violento y por causa de género en contra de las mujeres se les pueda nombrar feminicidio, cosa que cuando sucedió con su hermana Liliana, hace más de treinta años no existía en el léxico jurídico; y que, estos logros no sean palpables en la realidad de la mayoría de las mujeres de este país. Es como si el tiempo se hubiera detenido para las mujeres, porque a pesar de luchar para que se legisle a favor de nosotras, a pesar de las marchas del 8 de marzo, a pesar de los videos en redes sociales clamando justicia, la gran mayoría de las mujeres en este país sabemos que la única diferencia entre Liliana y nosotras mismas es, como dice Rivera Garza, que «yo no me he topado con un asesino», pues ni las leyes nos protegen ni el aparato de justicia ha sido eficiente para investigar, atrapar, castigar y erradicar a los agresores.

Las mujeres a pesar de contar con herramientas para ejercer nuestro derecho a vivir una vida libre de violencia, seguimos atadas al machismo rancio, al qué dirán, las buenas costumbres y la buena voluntad de los políticos cada que se desarrolla un período electoral.

Aunque ya he hablado de eso en esta columna, la realidad es que parece insuficiente, por eso hoy les invito, encarecidamente, a leer el invencible verano de Liliana que más que una crónica de un feminicidio es la crónica de las familias en duelo, La crónica de la lucha constante de los ciudadanos mexicanos por encontrar justicia en nuestro país.

Escuchar a las víctimas y a sus familias nos adentra un mundo del que solo son parte aquellos a quienes desgraciadamente se les ha arrebatado a una mujer pero no debemos olvidar, que cualquier mujer de nuestra familia o incluso nosotras mismas podemos ser víctimas de la violencia feminicida. Algo que hace muy bien Cristina Rivera en su libro, es ser memoria y testimonio vivo de una realidad que nos atraviesa y a la que nos hemos acostumbrado.

Los nombres de las víctimas son solo nombres, los datos son solo estadísticas, las mujeres que dan reducidas a cuerpos en los que se expresó la violencia, cadáveres muchas veces olvidados en alguna fosa común sin nombre ni apellido en el anonimato y luego en el olvido.

De ahí la relevancia de obras como la de Rivera Garza qué hacen homenaje a sus familias, su duelos, sus luchas y su dolor a través de una mirada más cercana pero también con perspectiva de género feminista.

Porque como decía mi abuela «del leer, nace el saber» y con lecturas como la que les recomiendo nos enfrentamos a la cruda verdad, que todavía no sabemos nada.