La discreción de juicio: un medicamento valioso que no se conoce ni se usa

Ante una enfermedad, se busca un medicamento que pueda remediarla. Mientras más letal y expansiva sea la enfermedad, mayor será el valor del medicamento. Frente a situaciones como la violencia conyugal, laboral o existencial, o ante la depresión derivada de no saber cuál es el proyecto de vida, existe un tratamiento que, si se conoce y aplica, puede ayudar mucho: la discreción de juicio.

Es un término poco conocido, pero muy útil; por ejemplo, en problemas relacionados con la elección de pareja o la crisis de no encontrar el propósito de la propia existencia. En la Iglesia Católica, la discreción de juicio es un concepto fundamental, especialmente en el ámbito matrimonial. También, aunque de forma menos formalizada, se aplica en el discernimiento sobre lo que queremos hacer con nuestra vida.

Veamos: la discreción de juicio en el matrimonio cristiano se refiere a la capacidad mental y psicológica que una persona debe poseer al momento de contraer matrimonio, para poder comprender y valorar los derechos y deberes esenciales que derivan del estado conyugal. También es clave para ponderar nuestros límites y posibilidades, nuestras capacidades y potencialidades reales. Así, no se perderá tiempo, vida ni recursos enfocándonos en proyectos que están fuera de nuestras aptitudes, y podremos realizar lo que sí está dentro de nuestras posibilidades. Por ejemplo, no todos pueden ser cantantes, ni todos pueden ser deportistas de élite.

Un joven con discreción de juicio tendrá más posibilidades de elegir bien su carrera, oficio o pareja. Sin embargo, esto no se enseña en ningún curso. Se aprende de la vida, y depende mucho del ambiente familiar, del lugar donde se desenvuelva la persona, así como de sus experiencias, carácter y actitud. Todo esto influye en la formación de una correcta discreción de juicio, que involucra tres elementos:

1. Conocimiento mínimo:
Implica tener una comprensión básica de la realidad de las cosas, sus fines y propiedades. No significa ser experto en una materia ni conocer todo a profundidad, sino comprender lo esencial. Nunca se conocerá totalmente a otra persona, así como nadie se conoce completamente a sí mismo; pero es fundamental conocernos y comprendernos lo suficiente.

2. Capacidad crítico-valorativa:
Se refiere a la facultad de ponderar, analizar y valorar los compromisos y consecuencias de nuestras decisiones. Es la capacidad de tomar decisiones libres y responsables, sopesando los pros y los contras de asumir los derechos y deberes que cualquier compromiso implica.

3. Madurez psicológica:
Hoy se prefiere hablar de “integración” más que de “madurez”, sin embargo, esta última implica un desarrollo completo y equilibrado. La madurez no se define por una edad específica, sino por la capacidad de comprender la trascendencia de nuestras decisiones y asumir nuestras responsabilidades. Un «grave defecto de discreción de juicio» impide, en la práctica, entender y asumir las obligaciones esenciales en cualquier compromiso o proyecto que se emprenda.

Es muy importante conocer este concepto y reflexionar sobre cómo está nuestra discreción de juicio, haciéndonos preguntas como: ¿Cómo está nuestra capacidad para tomar decisiones libres y responsables? ¿Comprendemos nuestros compromisos y sus exigencias? ¿Cómo discernimos entre diferentes opciones, entre el bien y el mal? ¿Cómo están nuestros principios éticos y morales? ¿Cómo gestionamos nuestras emociones y nuestras relaciones? ¿Estamos dispuestos a asumir compromisos de forma libre, consciente y responsable? ¿Vemos y valoramos la trascendencia de nuestros actos?

La discreción de juicio se aprende y se ejercita. Si se cultiva correctamente, el riesgo de escoger equivocadamente y de apasionarse por una persona no adecuada se reduciría considerablemente. Una mala elección de pareja o de estilo de vida provoca dolor, no solo a uno mismo, sino también a las personas que en verdad nos aman. Como lo muestran muchas noticias diarias, gran parte de las tragedias ocurren por no conocer ni aplicar una buena discreción de juicio.