LAS INEVITABLES DECISIONES AMARGAS  

El gobierno se enfrenta a una realidad: el país no tiene dinero. México está endeudado y no crece; tampoco hay empleo suficiente, ni cede la inflación. A lo anterior se suma el cambio de política presupuestal del gobierno anterior que privilegió al centro sobre los estados y municipios.

Una pandilla de demagogos desmanteló capacidades construidas por décadas y tiró a la basura avances en salud, desarrollo regional, educación, promoción del emprendimiento y muchas otras cosas.

Hay más: los compromisos financieros que generan las obras faraónicas y las malas políticas públicas que llenaron de orgullo a López Obrador son insostenibles. Solo el Tren Maya genera un costo 25 veces mayor a sus ingresos, y qué decir de la refinería de Dos Bocas, que según estimaciones requiere cuando menos 2 mil millones de dólares para ser concluida, lo que elevaría su costo a un aproximado de 23 mil millones de dólares, cuando se había presupuestado en 8 mil millones de dólares.

A las cargas presupuestales heredadas se suman las de carácter político, social y administrativo. De las últimas destacan: la pésima idea de la Guardia Nacional y la falta de presupuesto para constituir una policía civil que sirva de brazo operativo a la Secretaría de Seguridad; la carencia de una agencia que promueva en el extranjero al país y la inclusión en la administración pública de cientos de personas sin el perfil necesario para un buen desempeño. En lo social, el problema central es la violencia extrema, que se manifiesta en homicidios, pero también en las extorsiones que asolan entidades completas.

El legado político es atosigante y de alto costo para la nueva administración. No solo se trata de la imposición de funcionarios, que de por sí debe ser molesta, o de la amenaza y afrenta que significa una directiva de Morena que responde a los intereses del expresidente. En el fondo se encuentra algo que cala: una doctrina convertida en legado discursivo que se llama 4T y que es una suma de creencias, odios, amenazas, supersticiones y complejos.

Es evidente que la presidenta Sheinbaum, por ejemplo, nunca hubiera enfrentado la pandemia de COVID con los disparates que recomendaba López Gatell y, sin embargo, tuvo que nombrarlo representante en un órgano internacional. Tampoco la imagino fundando una línea aérea patito y, no obstante, apoquinó para comprar aviones para Mexicana.

A los de Morena les gusta presumir lecturas históricas. Para los tiempos que corren, les recomiendo las memorias de Lázaro Cárdenas y, en particular, las páginas que narran el fin del Maximato. Me imagino lo que siente quien tiene un pensamiento científico al ver el desorden que recibió y lo irresponsable que fue y es su antecesor. La primera mujer presidenta no merece soportar las culpas de quien es su antecesor.