Cancún fue diseñada desde cero como destino turístico. Su Zona Hotelera —esa franja curva entre la laguna y el mar— está pensada para el confort del visitante, pero no necesariamente para su movilidad autónoma. Esto genera una dependencia casi inevitable de los servicios de traslado, taxis y excursiones organizadas. Y si bien hay opciones para todos los presupuestos, no siempre es fácil detectar las que ofrecen una buena relación entre precio, comodidad y seguridad.

El taxi: un servicio sin taxímetro ni tarifas claras
A diferencia de muchas ciudades, en Cancún los taxis no funcionan con taxímetro. Las tarifas se acuerdan antes del viaje, y en algunos casos pueden duplicar el costo razonable si el pasajero no pregunta o desconoce la zona.
Esto ocurre con más frecuencia en los traslados entre el centro y la Zona Hotelera, o desde las playas públicas hacia el aeropuerto. Para turistas argentinos —poco familiarizados con esta modalidad—, esto puede representar una desventaja si no se negocia de antemano o se cae en un acuerdo verbal sin confirmación escrita.
El transporte público existe, pero tiene sus reglas
Cancún cuenta con un sistema de autobuses urbanos que circulan con frecuencia por la Zona Hotelera y el centro. Los más conocidos son los R1 y R2, con boletos económicos y una amplia cobertura. Funcionan bien para trayectos cortos y son una opción válida para quienes viajan livianos y quieren experimentar el ritmo local. Sin embargo, no están preparados para quienes llevan mucho equipaje o desean llegar a tiempo al aeropuerto, y no es raro que cambien la frecuencia sin aviso.
Aplicaciones y traslados privados: una opción segura si se planifica
Servicios como Uber y DiDi operan de forma limitada en Cancún debido a restricciones locales y conflictos con sindicatos de taxis. En contraste, los traslados previamente contratados a través de agencias confiables ofrecen mayor previsibilidad y seguridad, especialmente al llegar al aeropuerto.
Empresas como Tequila Transfers se especializan justamente en ese primer trayecto, ofreciendo vehículos con choferes identificados, seguimiento de vuelos y opciones compartidas o privadas que evitan sorpresas. Reservar con anticipación no solo asegura el traslado, sino que permite comenzar el viaje con tranquilidad, sin negociar tarifas ni buscar transporte bajo presión.
Moverse bien es conocer el terreno
Más allá del mar cristalino, Cancún es una ciudad con lógicas propias. Quien la recorre sin informarse puede terminar pagando de más o perdiendo tiempo valioso. Pero con algunos datos previos —y entendiendo que no todo está pensado para facilitar la autonomía del visitante— es posible moverse con inteligencia, sin resignar comodidad ni seguridad.



