Con mucha alegría y gratitud, alguien recordaba su niñez. Contaba que, durante las vacaciones o días libres, le encantaba ir a casa de sus abuelos y, sobre todo, pasar tiempo con su abuelo. En una ocasión, su abuelo le preguntó qué quería ser de mayor, pero el niño no supo qué responder; solo atinó a decir que quería ser exitoso. Con una sonrisa, el abuelo le contestó: «Simplemente vive bien tu vida«.
Curioso, el niño le preguntó: «¿Cómo se hace para vivir bien la vida y tener éxito?». El abuelo, un hombre de campo, lo invitó a salir y le dio la siguiente explicación: «Mira, voy a plantar estos dos arbolitos. Uno lo sembraremos dentro de la casa, en una maceta, y el otro lo plantaremos afuera. ¿Cuál crees que crecerá mejor en el futuro?”. El niño respondió de inmediato: «¡La que está dentro de la casa, en la maceta! Estará libre de todos los peligros, mientras que la de afuera estará expuesta al sol fuerte, las lluvias, las sequías, las granizadas, las heladas… y hasta un animal podría comérsela”. El abuelo, con una sonrisa, le dijo: «Veremos qué pasa en el futuro. En un año lo comprobaremos».
El tiempo pasó, y el niño olvidó por completo lo de los arbolitos. Años después, ya en la secundaria, regresó a casa de su abuelo, quien lo recibió y, con un brillo en los ojos, le recordó: «¿Te acuerdas que me preguntaste cómo vivir bien para tener éxito?”. «Sí, abuelo, se me había olvidado, pero… ¿qué pasó con los arbolitos?», preguntó el adolescente, lleno de intriga. «Ven y lo verás», dijo el abuelo. «Ahora entenderás lo que en aquel tiempo no hubieras podido».
Primero, lo condujo hacia el árbol que había sido plantado en la maceta dentro de la casa. El arbolito era pequeño, con algunas ramas frágiles y un tronco débil. Tenía unos pocos frutos, pero su sabor no era muy bueno. Luego, lo llevó a ver el árbol que había sido plantado afuera. El adolescente se quedó sorprendido: su tamaño era imponente, el tronco robusto y las ramas fuertes. Además, estaba lleno de frutos grandes y de muy buen sabor.
«¡Abuelo!», exclamó el joven. «¡Qué diferentes son! Crecieron muy distinto a como pensé. ¿Por qué pasó esto?”. El abuelo, con la sabiduría que solo dan los años, le dio esta lección: «Los hombres son como estos árboles. Uno tuvo que estar expuesto a todo lo que tú considerabas peligroso: el sol fuerte, las lluvias, las sequías, las heladas, las granizadas, y sí, un animal pudo haberlo comido. Pero precisamente todo esto favoreció su crecimiento. Así pasa con los seres humanos: vivir bien la vida es enfrentar los problemas y obtener beneficios de lo aprendido en ellos. Esto fortalece el carácter, que es necesario para tener éxito. Sin carácter, no lograrás nada».
El que contaba esta historia añadió algo más que su abuelo le invitó a ver y que él no había notado: las raíces del árbol. «Mira cómo este árbol fuerte y robusto se sostiene por sus raíces. ¿Las puedes ver? Estas raíces solo pueden crecer y profundizarse cuando son libres; las macetas las limitan y esto limita el crecimiento”. «Todo hombre también tiene que ver y reconocer sus raíces, pues así como los árboles, los problemas son como las tormentas que hacen a las raíces fuertes. Sin raíces, no hay fuerza para enfrentar y superar los desafíos de la vida. Hoy este árbol está fuerte y grande; cada tormenta, helada o asoleada ya no le puede hacer daño. Y además, como notaste, el sabor de sus frutos es muy distinto».
«Ahora sí puedes entender cómo se debe vivir bien para tener éxito: aprende que, pase lo que pase en tu vida, no evites por temor enfrentar desafíos. No te encierres en el confort de tu habitación frente a un televisor, no rehúyas a los compromisos. El confort, la comodidad y el temor no te ayudarán a crecer como quieres, y tus frutos en la adultez no tendrán buen sabor. Esta es tu edad para prepararte para los desafíos del futuro. Aunque tengas temor a los peligros, acuérdate de este árbol: aunque tengas miedo, no huyas. Solo así las metas que te propongas en la vida serán posibles de realizar».
«Los obstáculos no siempre debes considerarlos enemigos en tu vida; esos mismos te hacen más fuerte. La vida es una gran aventura, un gran juego donde la parte más interesante es superar la desventaja. Sin desafío, el juego no tiene sentido ni valor. Pero no olvides tus raíces: el fracaso de muchos en sus vidas viene de haberlas olvidado».
Hoy, lamentablemente, muchos se aburren de hablar con sus abuelos, los olvidan e ignoran, perdiéndose sus valiosas enseñanzas, que nunca se encontrarán escritas en ningún libro ni documental, prefiriendo consumir tiempo y vida viendo videos y shorts en su celular.



