Donde no todo es lo que parece
“La carpa crece… pero sin plan”
El espectáculo en Arteaga no para. Mientras en el escenario principal se ondean las banderas del turismo, la naturaleza y el desarrollo sustentable, tras bambalinas se mueve otra función menos mágica: la urbanización descontrolada sobre todo en la sierra.
La mancha urbana se trepa por la sierra de Arteaga sin que nadie la detenga. Parcelas que antes eran pinos, ahora son lotes con portones de herrería y nombres de fantasía: “Bosques de no sé qué”, “Cumbres de quién sabe dónde” o “Residencial El Silencio”… irónicamente.
El gran efecto colateral —pero devastador— es el incremento del riesgo de incendios forestales. La presencia humana no controlada, las fogatas, las instalaciones eléctricas improvisadas y el abandono de basura en áreas boscosas elevan la posibilidad de siniestros. Los incendios no solo arrasan con la vegetación y la fauna; también erosionan los suelos, contaminan el aire y ponen en riesgo a las propias comunidades asentadas irregularmente en zonas naturales.
¿Quién autoriza estos desarrollos? ¿Con qué criterios? ¿Dónde están los estudios de impacto ambiental? La respuesta es ambigua, pero el resultado es claro: «El bosque está siendo convertido en negocio, lote por lote, sin una estrategia que lo preserve.», sin considerar los servicios que no existen, los riesgos forestales ni la capacidad del ecosistema.
En conjunto, la urbanización desordenada en la sierra de Arteaga representa una amenaza directa a la biodiversidad, a la seguridad ambiental y al equilibrio ecológico del sur de Coahuila. Convertir el bosque en mercancía es un acto irresponsable que pone en jaque el futuro de uno de los pulmones más valiosos de la región.
El acto de los fraccionamientos: desarrolladores sin red ni domador.
En las faldas de la sierra, el espectáculo inmobiliario sigue creciendo. Nuevos fraccionamientos, cabañas de lujo, complejos turísticos y desarrollos habitacionales brotan como hongos después de la lluvia… pero sin red de protección social ni ecológica.
La otra cara del espectáculo está en las comunidades que conforman el municipio: San Antonio de las Alazanas, Los Lirios, El Tunal, Carbonera, Huachichil, Bella Unión… lugares que cada fin de semana reciben a miles de turistas, pero que siguen operando con infraestructura de tercera en un espectáculo de primera.
El tráfico vehicular los fines de semana es un acto sin control. Las carreteras parecen pistas de circo sin señalización ni coordinación, accidentes frecuentes y trágicos. La recolección de basura colapsa. Los servicios médicos, casi inexistentes. Las policías rurales están rebasadas.
Con todo este panorama, sorprende (o no) que a mitad del año, la alcaldesa Ana Karen Sánchez recibió apenas el Plan Municipal de Desarrollo por parte del equipo del Consejo para la Planeación Estratégica de Largo Plazo de la Región Sureste del Estado de Coahuila de Zaragoza (COPERES),. Esperemos que no sea tarde para implementarlo, ya que solo le queda año y medio, porque el último es el del mago o de Hidalgo como se le conoce, pero la realidad es que el guion del show llegó tarde… y los actos ya llevan rato en escena.
Esperemos que se acabe el circo, para verle la cara a los payasos.



