PUNTO DE CIENCIA

 

POR LUIS FERNANDO CAMACHO ORTEGÓN

 Retos de la transición energética y el papel estratégico del  carbón en la generación eléctrica

En el contexto global de lucha contra el cambio climático, la transición energética es un imperativo técnico y ético. Sin embargo, debe ejecutarse con inteligencia estratégica, atendiendo las realidades de cada país. Este artículo propone una visión equilibrada: integrar el uso tecnológicamente responsable del carbón como una herramienta de transición justa, sostenible y soberana.

A pesar de los compromisos internacionales para reducir las emisiones de carbono, más del 60 % de la electricidad mundial se sigue generando con combustibles fósiles, y el carbón representa el 35.8 % del total (Statista, 2024). Este dato refleja una verdad incómoda: la transición energética no avanza al mismo ritmo en todo el mundo y las soluciones deben adaptarse a las capacidades nacionales.

El caso de India es paradigmático. Aunque ha comprometido metas ambiciosas de energías renovables, el país aún depende en más del 70 % del carbón para cubrir su demanda eléctrica. La explicación no es técnica sino social y económica: millones de personas dependen del carbón para subsistir y su eliminación abrupta crearía desigualdades y una catastrófica crisis nacional que afectaría a todo el planeta.

México enfrenta un reto similar. En la región carbonífera de Coahuila existen más de 1 mil 200 millones de toneladas de reservas probadas de carbón. Estas han sido clave para alimentar plantas termoeléctricas y a la industria del acero. Sin embargo, en los últimos años el país ha importado crecientes volúmenes de carbón y coque, desaprovechando su capacidad instalada y su potencial geoestratégico.

Investigaciones del Centro de Investigación en Geociencias Aplicadas (CIGA-UAdeC) revelan que las cenizas acumuladas durante décadas en las plantas carboeléctricas contienen litio y tierras raras en cantidades significativas. Se estima que podrían recuperarse más de 8 mil 500 toneladas de litio y 19 mil toneladas de elementos de tierras raras, insumos esenciales para baterías, turbinas eólicas y vehículos eléctricos.

Estas cifras abren una oportunidad sin precedentes: reconvertir pasivos ambientales en activos estratégicos. Bajo un enfoque de economía circular, el carbón puede transformarse en un vector de minerales críticos para la transición verde. Además, esta reconversión generaría empleos, innovación tecnológica y valor agregado nacional.

Para lograrlo, México debe enfrentar varios desafíos:

* Modernizar las plantas termoeléctricas con tecnologías de captura de CO₂ y gasificación avanzada.

* Fortalecer los mecanismos de fiscalización ambiental en zonas mineras.

* Asegurar condiciones laborales dignas y opciones de reconversión productiva para trabajadores del sector.

* Estimular la inversión pública y privada en cadenas de valor vinculadas al aprovechamiento limpio del carbón y sus subproductos.

La transición energética no debe ser impuesta de manera homogénea ni ideologizada. México necesita una estrategia que combine pragmatismo energético, justicia social y autonomía tecnológica. Si se aborda con visión de futuro, el carbón no será un obstáculo, sino una palanca temporal hacia un sistema más limpio, resiliente e incluyente.

Mientras las energías renovables consolidan su base tecnológica y de infraestructura, el uso inteligente del carbón puede asegurar la continuidad del suministro eléctrico, reducir la dependencia de importaciones y activar nuevas industrias basadas en minerales críticos. Esta es una oportunidad que no debe desaprovecharse.

Una transición energética justa no implica apagar el carbón de inmediato, sino iluminar el camino con todas las herramientas disponibles, con responsabilidad ambiental, justicia territorial y visión nacional.

 

Centro de Investigación en Geociencias Aplicadas

Universidad Autónoma de Coahuila