HUACHICOL Y SOBERANÍA

La política energética de México es tan mala como bueno es el engaño que nos receta Morena y su narrativa de éxito. La producción de hidrocarburos se vino abajo, y las malas decisiones del pasado gobierno nos tienen en la total dependencia del extranjero.

Según Pemex, la producción de petróleo crudo ascendió en el pasado febrero a 1 millón 366 mil barriles diarios, lo que significa una caída anual de 11.5% con respecto al año anterior. Sin embargo, hay que recordar que durante el sexenio de Fox era de 3.5 millones de barriles.

En materia de gas las cosas no marchan mejor, la producción, al final de 2024, se ubicó 13.6% por debajo de diciembre de 2023; nos encontramos en el nivel más bajo en tres décadas. En septiembre del año pasado, según publicaciones especializadas en la materia, la importación del energético ascendió 6,500 mmdp, lo que no solo es un chingo, sino que representa el 73% de la oferta nacional.

Según el economista Mario Di Costanzo, la soberanía nacional se encuentra en riesgo. La agencia Fitch Ratings dijo al respecto: “Las importaciones de gas de Estados Unidos proporcionan una fuente de energía confiable y rentable para México, pero exponen al país a la volatilidad del tipo de cambio y a interrupciones en el suministro en medio de crecientes incertidumbres sobre las relaciones comerciales bilaterales”. En otras palabras, nos encontramos en manos de los vecinos del norte y muy lejos de la promesa que con un discurso trasnochado hizo la pasada administración. La tragedia del país se sintetiza en una terrible realidad: tenemos en almacenamiento solo para dos días de consumo.

Como en otros campos de la administración pública, Morena y su gobierno tomaron distancia de la ciencia. Con frases comunes y llegadoras, decidieron no explorar, ahuyentar la inversión privada, construir un elefante blanco llamado Dos Bocas, comprar chatarra a Iberdrola, quitar estímulos a la producción de energía limpia y no sacar el gas shale.

Dentro de la práctica mañosa de construir narrativas baratas, un buen día emprendieron la épica lucha en contra del huachicol; suena bien, salvo por el desastre que tuvo como resultado. Según las cámaras empresariales, ahora el ilícito asciende a 340 mil barriles al día, cuando al inicio del sexenio de López Obrador era de 70 mil.

Más allá de los dimes y diretes de los buques tanques que la prensa, sobre todo regiomontana, ha denunciado de manera valiente. Tal cantidad de combustible no se puede desplazar en las “cachimbas” que se ponen en las carreteras. Es evidente que hay una distribución en la red de gasolineras del país y que empresas de alto consumo adquieren el producto.

Llama la atención que la belicosa Profeco y el SAT no hayan reparado en el asunto. Por lo pronto, viva México y la expropiación petrolera.