Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.
México en el top 10 de felicidad: ¿un logro verdadero o una farsa?
Por: Dra. Ylsel Areli Gutiérrez Alonso
La conexión entre el Índice de Desarrollo Humano (IDH) y el Ranking de Felicidad es clara e innegable: a mayor desarrollo, mayor es la felicidad de los ciudadanos. Este patrón refleja cómo el progreso en áreas como la salud, la educación y seguridad se traduce en una mejor calidad de vida y, en consecuencia, en mayores niveles de satisfacción personal. En el presente artículo, para ilustrar la relación entre las dos variables, se realizó un gráfico de dispersión para 145 países: en el eje X se graficó el IDH y en el eje Y, el Índice de Felicidad.
El IDH es un indicador desarrollado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que se utiliza para clasificar a los países según su nivel de bienestar humano en cuatro categorías: muy alto, alto, medio y bajo. Se compone tres dimensiones clave: una vida larga y saludable, el conocimiento y un nivel de vida digno.
Relación entre el IDH y el índice de felicidad.
Fuente: Elaboración propia con información de PNUD y WHR.
En el primer cuadrante del gráfico se observa una clara correlación positiva entre desarrollo humano y la felicidad. En esta categoría se incluyen a 68 países que evidencian un IDH elevado y niveles excepcionales de felicidad. Estas naciones han logrado resultados sobresalientes gracias a políticas de bienestar social, educación de calidad, acceso a servicios de salud universales y altos niveles de confianza institucional.
En el tercer cuadrante, donde convergen el bajo desarrollo humano y la baja felicidad, se encuentran 53 países, la mayoría de ellos en África, donde los ciudadanos luchan contra un cúmulo de desafíos estructurales que parecen insuperables. Conflictos armados, pobreza extrema, sistemas de salud y educación colapsados, y falta de acceso a servicios básicos son solo algunos de los problemas que afectan a estas naciones.
En el segundo cuadrante, se encontraron los países que poseen un bajo IDH, pero, sorprendentemente logran mantener altos niveles de felicidad percibida. La mayoría de estos países se localizan en América Latina. La cultura latinoamericana juega un papel fundamental: el valor profundo de la familia, el sentido de comunidad y las redes de apoyo social generan un bienestar subjetivo que, en muchos casos, sobrepasa las carencias económicas o las deficiencias en infraestructura básica.
En el cuarto cuadrante, encontramos otra contradicción: países con un alto IDH, pero con niveles de felicidad significativamente bajos. Diez naciones encarnan esta paradoja, países que, a pesar de su éxito relativo en términos económicos, no logran traducirlo en el bienestar de sus ciudadanos. Este fenómeno demuestra que el desarrollo material no siempre garantiza la felicidad si no va acompañado de un entorno político estable, libertades sociales y confianza en las instituciones.
México ha sorprendido al alcanzar el puesto número 10 en el Índice Mundial de Felicidad de 2025, con un puntaje de 6.979, ascendiendo 15 lugares en solo un año. Esta es la primera vez desde la creación del informe en 2012 que la nación figura en el decil de países más felices, a pesar de estar en el puesto 77 en el IDH, con un valor de 0.781, que lo coloca en la categoría de alto desarrollo. Un logro notable en apariencia, pero que invita a una reflexión más profunda.
Aunque nuestro país se encuentra en el cuadrante I, donde se observa una correlación positiva entre el desarrollo humano y la felicidad, las diferencias en el IDH con respecto a los países nórdicos, que ocupan las primeras posiciones, son notables. México sigue siendo un país con grandes desigualdades, corrupción e inseguridad, lo que pone en duda si esta felicidad percibida es realmente un reflejo de mejoras sustanciales en calidad de vida. Es crucial cuestionar si esta felicidad percibida es sostenible en el largo plazo o si simplemente refleja una realidad construida sobre factores culturales y sociales que no se traducen necesariamente en mejoras reales y tangibles en el nivel de vida.