PALABRAS CON SENTIDO

Un día normal en México 

Un día normal en México es despertarnos con la noticia de que, en Teuchitlán, Jalisco, en el rancho Izaguirre, se descubrió un campo de exterminio donde se presume que al menos 1 mil 500 personas fueron asesinadas en los últimos 15 años. Un día normal en mi país es irme a la cama con esa noticia que, para muchos, ya no sorprende porque hemos aprendido a convivir con el horror. Y al despertar, encontrarme con otra historia igual de desgarradora, pero ahora en Baja California Sur, y luego en Sonora, y luego en Guanajuato… Así, una tragedia tras otra, hasta que un día volteamos atrás y nos damos cuenta de que hemos normalizado el dolor, la muerte y la impunidad.

Un día normal en mi México, ese México del que todos nos sentimos orgullosos cada 15 de septiembre, pero que al día siguiente vuelve a olvidar su propia herida. Hoy, nuestro país vive atrapado en la indiferencia hacia el dolor. Madres buscadoras que, cansadas de la impunidad y la negligencia de las autoridades —esas que se supone deberían protegernos—, se levantan con el último aliento que les queda para hacer el trabajo que el Estado ha abandonado. Con miedo de encontrar en esas fosas a sus seres queridos, pero también con la esperanza de poner fin a la incertidumbre que las consume. Porque en México, encontrar un cuerpo se ha convertido en la única forma de encontrar respuestas.

Son estudiantes, hijas, profesionistas, hermanos, madres. No son delincuentes, no andaban en malos pasos. Esa narrativa perversa que se ha construido en torno a la desaparición de personas debe desaparecer. No podemos seguir revictimizando. No podemos permitir que las autoridades desvíen la conversación con frases como «es un golpeteo político», cuando la realidad es que la impunidad y la falta de respuestas son el verdadero problema.

La estrategia de «Abrazos, no balazos» ha fracasado. Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, entre 1952 y el pasado miércoles 12 de marzo, 123 mil 926 personas han sido reportadas como desaparecidas o no localizadas. Esa es la cifra oficial, pero la realidad que enfrentan miles de familias podría ser aún más devastadora. Hoy, las autoridades nos deben respuestas, nos deben soluciones. Basta ya del discurso vacío, basta ya de la fotografía con el moño negro. México no necesita más condolencias públicas, necesita que sus instituciones actúen.

Exigimos a nuestra presidenta, a la defensa nacional, al ejército, que —aunque sea solo por hoy— le brinden a cada madre y padre la certeza de que cuando su hijo salga de casa, regresará sano y salvo. Un día normal en México no puede ser despertar con el horror y dormir con la indiferencia. El Estado tiene la obligación de dar respuestas, de castigar a los responsables y de garantizar que ninguna familia más tenga que buscar a sus desaparecidos en las profundidades de la tierra.

P.D: Todas mis opiniones son a título personal y no representan postura alguna de mi cargo público.

 

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El Heraldo de Saltillo
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