Hace años leí un libro de Heberto Castillo que se llama: “Si te agarran te van a matar”; en dicha obra el autor comentó una anécdota de don Lázaro Cárdenas, no la citaré textualmente, porque no tengo el libro en estos momentos, pero más o menos decía que al expresidente Cárdenas, una cosa le dolía mucho: ver a muchos mexicanos sumidos en el alcoholismo, y sin encontrar una manera que pudiera sacar al pueblo de este mal, que afecta mucho en su bienestar en general.
Al ver esta situación que desbarata a muchas familias y echa a perder muchas vidas, noto algo muy peculiar al buscar las múltiples raíces tan profundas de dicho vicio, una de ellas está en lo siguiente: el ser humano tiene sueños, metas, deseos que quiere alcanzar, sin embargo, para alcanzarlo requiere de tiempo y de esfuerzo, es decir en hacer cosas concretas y correctas para lograrlo; sin embargo, no es raro que surja la tentación de postergar la acción por otra actividad más placentera pero inútil.
El tiempo pasa, y la meta se vuelve más alta, y para alcanzarla se tiene que esforzarse más, pero estas actividades “placenteras e inútiles” te dejan sin fuerza para continuar. Entonces viene la frustración y la angustiosa desesperanza que para “huir de ella”, una de las tantas salidas será algún vicio, (no solo el alcoholismo) para encontrar alguna compensación, que contrarreste el peso del fracaso de no obtener el sueño anhelado. Los vicios no andan solos, siempre se acompañan de otros para reforzarse mutuamente, así parece la tentación del vicio de la procrastinación, que consiste en el mal hábito de retrasar actividades que se deben de hacer, por atender a otras cosas irrelevantes, pero en apariencia agradables.
La Biblia nos enseña que hay un tiempo para todo (Eclesiastés capítulo 3), no todo es trabajo, pero tampoco todo es diversión y disfrutar placeres. Imagínate a un estudiante que tiene que presentar su examen final el lunes, pero el sábado le sale una fiesta, ¿Cuál de las dos será más importante? ¿Qué le aconsejarías? “Depende” dirían algunos, pero objetivamente, fiestas habrá más, y los momentos claves son únicos y ya no regresan.
San Pablo también exhorta a “aprovechar bien este momento” (Efesios 5,16), es decir a administrar y organizar tus tiempos; la procrastinación lleva a que dejar de realizar una actividad importante por ver televisión y navegar por horas en las redes sociales, aunque después siempre se tendrá la excusa de que “no tuvimos suficiente tiempo”. En muchos trabajos los empleados no son productivos porque están más atentos a las notificaciones del celular, que a las tareas que deben de realizar, esto daña a toda empresa e institución. Si no se reconoce que se es esclavo del vicio de la procrastinación, no se nota que los días pasan volando, y el sueño anhelado nunca llegó, porque “no era para nosotros”.
En el Evangelio de Marcos capítulo 6, nos muestra como Jesús al conocer la importancia del descanso, les enseñó a sus discípulos la manera correcta de descansar después de una jornada ardua de trabajo, para evitar el estrés y al agotamiento y recargar energías para seguir trabajando. Se me viene a la mente la canción, ¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano? interpretada por Amparo Ochoa, donde describe muy bien la procrastinación, dice una estrofa: “¿A qué le tiras cuando sueñas sin cumplir?” Es cierto soñar no cuesta nada, y es muy fácil decir “mañana sí lo haré”. La procrastinación te roba tus sueños, te hace gastar el vigor que necesitas, y te hace perder tiempo, esto sucede si se lo permites, desenmascárala, no caigas en esa tentación, y busca ayuda para vencerla.
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