EN EL TINTERO

Elección Judicial: Un laberinto electoral

El próximo 1 de junio, los mexicanos enfrentaremos uno de los procesos electorales más enredados y burocráticos en la historia del país: la elección de jueces y magistrados mediante voto popular.

Lo que en teoría debía ser un avance democrático se ha convertido en un laberinto diseñado para la confusión, especialmente en el caso de la elección federal, donde los ciudadanos tendrán que enfrentarse a un sistema de votación que parece más un examen de lógica que un ejercicio democrático funcional.

En Coahuila, cada elector recibirá 14 boletas (ocho locales y seis federales) y tardará hasta 15 minutos en emitir su voto, sin contar el tiempo de espera en la fila. Pero el verdadero problema no es la cantidad de boletas, sino la torpeza con la que se ha diseñado el proceso de votación, al menos en lo federal.

En lugar de contar con boletas claras y organizadas, el proceso se torna complicado porque los votantes no solo tendrán que identificar a su candidato preferido dentro de un extenso listado sin fotografías, sino que además deberán recordar un número específico y escribirlo en un recuadro. Es un modelo que exige concentración y precisión. ¿Todos los votantes estarán preparados para eso?

El riesgo de errores será enorme: una cifra mal escrita, una confusión entre candidatos o un simple descuido pueden provocar la anulación del voto. ¿Cuántos ciudadanos estarán dispuestos a lidiar con este embrollo?

Uno de los principales problemas de esta elección judicial federal es que, aunque se ha disfrazado como un ejercicio democrático, en realidad es una estrategia diseñada para beneficiar a unos cuantos. Morena, el partido en el poder, ha impuesto un modelo de selección aleatorio, la famosa “tómbola”, que reducirá las opciones de los votantes a una lista de nombres elegidos al azar, dejando fuera a muchos aspirantes preparados.

Este modelo no garantiza que los candidatos más aptos lleguen a las boletas, sino que favorece la suerte sobre el mérito. En otras palabras, los ciudadanos no elegirán realmente entre los mejores perfiles, sino entre los que lograron pasar un filtro partidista y de azar.

Además, el INE ha decidido instalar solo la mitad de las casillas utilizadas en la elección presidencial debido al recorte presupuestal, lo que provocará largas filas y tiempos de espera excesivos. ¿Cuántos ciudadanos, ya de por sí desencantados con la política, tendrán la paciencia para soportar este tedioso proceso?

A diferencia del desastre federal, el proceso electoral local en Coahuila sí ha considerado mecanismos para facilitarle la vida al votante. Aquí, los ciudadanos elegirán jueces y magistrados mediante planillas completas en lugar de marcar un número específico por cada cargo.

Este modelo, aunque también presenta sus retos, al menos simplifica la elección. Los votantes podrán seleccionar una propuesta integral en lugar de navegar entre nombres desconocidos sin contexto claro.

El Instituto Electoral de Coahuila (IEC) ha apostado por una estrategia más organizada, con filtros que evalúan la idoneidad de los aspirantes antes de conformar las planillas. Aunque este método limita la posibilidad de un voto diferenciado, permite garantizar cierto nivel de preparación en los jueces y magistrados que serán electos.

El verdadero peligro de este modelo electoral es que podría desmotivar a los votantes, aumentando los niveles de abstencionismo. En un país donde la confianza en las instituciones es baja, sumarle un proceso engorroso y tedioso solo logrará alejar a la ciudadanía de las urnas.

Además, no existe un porcentaje mínimo de participación para validar la elección. Esto significa que, aunque solo el 5% o el 10% de los ciudadanos acudan a votar, los resultados serán totalmente válidos. En otras palabras, la justicia del país podría ser definida por una minoría organizada mientras la mayoría se queda en casa, frustrada por la complejidad del proceso.

El hecho de que los aspirantes deban convencer a los ciudadanos de votar por ellos plantea una pregunta incómoda: ¿qué pueden prometer? A diferencia de los legisladores o gobernantes, los jueces no pueden hacer propuestas populistas sin poner en riesgo su deber de imparcialidad. Esto abre la posibilidad de que los candidatos recurran a alianzas políticas o promesas implícitas para asegurar su victoria.

La elección federal, con su tómbola de candidatos, su boleta confusa y su reducción de casillas, parece diseñada para favorecer a quienes controlan el sistema, en lugar de facilitar la participación de los ciudadanos.

A nivel estatal, al menos hay esfuerzos por hacer el proceso más accesible, pero la pregunta sigue en el aire: ¿tendrá la ciudadanía la paciencia para enfrentar este laberinto electoral, o simplemente optará por la indiferencia?

 

Autor

Jessica Rosales
Jessica Rosales
Reportera desde enero de 2000. Fundadora de la Agencia de Noticias Digital UNIMEDIOS. Actualmente titular del noticiero Capital Noticias 91.3FM en Saltillo y Coordinadora de Contenidos de Capital Media Coahuila. Escribo la columna “En el tintero” que difunde El Heraldo de Saltillo, La Otra Plana y Capital Coahuila.
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Jessica Rosales
Reportera desde enero de 2000. Fundadora de la Agencia de Noticias Digital UNIMEDIOS. Actualmente titular del noticiero Capital Noticias 91.3FM en Saltillo y Coordinadora de Contenidos de Capital Media Coahuila. Escribo la columna “En el tintero” que difunde El Heraldo de Saltillo, La Otra Plana y Capital Coahuila.