Distractores
El choque que protagonizaron el pasado fin de semana los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Estados Unidos, Donald Trump, fue como una válvula de escape para la presidenta de México, Claudia Sheinbaum; ese pleito por la deportación de los colombianos y las condiciones en que fueron detenidos y transportados despresurizó los conflictos con México, que se había venido convirtiendo en ‘el puerquito’ del mandatario norteamericano desde el día de su toma de posesión, hace apenas una semana.
La escalada de amenazas vertidas contra nuestro país, habían venido provocando intranquilidad, y aunque se trataba de lanzar un mensaje de tranquilidad y de mantener ‘fría la cabeza’, las cosas internamente no estaban –ni están- lo tranquilos que desde el gobierno quisieran que estuvieran.
De los temas de Estados Unidos con nuestro país en apenas una semana —para el oficialismo debe haber sido como si hubiera sido un año—, ninguno deja de preocupar porque, mire usted, si se llegaran a cumplir las cifras de deportados que maneja Trump —que de pronto parecieran ser ilusorias por la logística y el costo que tendría para el gobierno norteamericano, son poco menos que realizables—, pero el simple hecho de hablar de cientos de miles de deportados hacia nuestro país independientemente de la nacionalidad, podría provocar una crisis humanitaria para las ciudades fronterizas mexicanas.
Y ni el trato humanitario que ofrece la presidenta mexicana a los deportados de otras nacionalidades, hasta lograr el retorno a sus países; ni la incorporación de los deportados mexicanos a los programas sociales, incluyendo los dos mil pesotes para el transporte de regreso a sus lugares de origen, podrían aliviar en mucho el problema.
Encima, sobre la cabeza de México, pende la guadaña de los aranceles si no se frena el paso de migrantes, ni la producción y el tráfico de fentanilo hacia los Estados Unidos; además la declaratoria de los grupos del crimen organizado como organizaciones terroristas que podrían incluir ataques a los narcos mexicanos en sus lugares de origen, y eventualmente incursiones militares a nuestro país.
Pero llegó el presidente colombiano Petro, y por unos instantes ha desviado la atención de Trump 2.0. Este diferendo con el mandatario sudamericano pues, le cayó a México como ‘anillo al dedo’.
Pero todo el asunto de la última semana, ha servido también al gobierno mexicano, para distraer la atención del ‘respetable’ sobre asuntos que tienen que ver con la inseguridad en una buena parte de nuestro país y que, por los distractores, han impedido que sean abordados como corresponde.
Por ejemplo, la incontrolable violencia y desbordado cinismo del gobernador sinaloense Rubén Rocha Moya, tendría que tener toda la atención del gobierno federal. Tras la muerte de dos pequeños y su padre, la sociedad sinaloense en general y la de Culiacán en particular, han enfrentado y superado sus propios miedos, para salir a las calles a manifestarse que ‘con los niños no’, para exigir el cese de la violencia y la salida del mandatario estatal.
El cinismo de Rocha Moya le ha llevado a decir que no va a renunciar porque ‘no hay razón para ello’, porque según sus cálculos, que cinco mil personas hayan salido a la calle a exigir su renuncia y destrozar el despacho principal en Palacio de Gobierno, no tienen nada que ver con los 2 millones 200 mil sinaloenses que integran el padrón electoral. Tiene que llegar el momento que la propia presidenta ordene poner solución, si no pueden a la violencia entre grupos, sí al descaro del gobernador. Al tiempo.
Por otro lado, en los días recientes se registró en Tabasco el asesinato del periodista Alejandro Gallegos León, el segundo en lo que va del año, y el cuarto en la administración de Claudia Sheinbaum. Antes habían sido asesinados Mauricio Cruz Solís en Michoacán, Patricia Ramírez González en Colima, y Calletano de Jesús Guerrero en el Estado de México.
Y, hay un tema al que poco se le ha puesto atención por todo este embrollo de las amenazas trumpistas, y que es que en los primeros 100 días del actual gobierno, se nos ha hecho creer que hay un importante descenso en las muertes violentas, pero hay quienes sugieren que han acomodado los números para hacer ver como desaparecidos a quienes fueron asesinados.
Porque en la misma proporción que se supone bajaron los homicidios dolosos durante octubre, noviembre y diciembre, subió el número de personas desaparecidas, lo que a muchos les resulta inconcebible. Además, es poco creíble que en tres meses hayan bajado en más del 18 por ciento los homicidios dolosos.
Pero con tantos distractores, poca atención se pone en los temas importantes, pero que al gobierno le conviene que no se aborden.
X= @JulianParraIba
Autor
- Es director del diario digital La Otra Plana y la revista impresa Metrópolis. En cuatro décadas de ejercicio periodístico ha trabajado en diarios como El Norte de Monterrey, La Opinión-Milenio en Torreón, Esto en la Ciudad de México y a.m. en León, Guanajuato entre otros; ha sido conductor en programas de radio y televisión. Es columnista en varios medios impresos y digitales de Coahuila y Durango.
Otros artículos del mismo autor
OPINIÓN3 marzo, 2025A LA BÁSCULA
OPINIÓN27 febrero, 2025A LA BÁSCULA
OPINIÓN24 febrero, 2025A LA BÁSCULA
OPINIÓN13 febrero, 2025A LA BÁSCULA