Al referirse al Día Internacional del Conservador Restaurador, a conmemorarse el 27 de enero, Yareli Jáidar Benavides afirma que las y los profesionales mexicanos en la materia gozan de reconocimiento en el mundo
Ciudad de México.- El patrimonio cultural de México es amplio, desde el paleontológico hasta el moderno y contemporáneo. Debido a la diversidad de esa riqueza creada a lo largo de la historia, las y los conservadores y restauradores juegan un papel fundamental para documentar y preservar esos bienes que representan la memoria de la nación.
Por ello, afirma la investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, Yareli Jáidar Benavides, no se debe menospreciar su labor. Algunas personas creen que solo se trata de unir fragmentos de una cerámica o dejar bonito un cuadro, cuando en realidad es un trabajo demasiado complejo. “Tenemos en nuestras manos el patrimonio histórico, la historia misma de nuestro país”.
Se trata de impresos, pinturas, esculturas, murales, monumentos históricos, modernos y contemporáneos, además de fotografías, textiles, cintas, etcétera.
México es reconocido a escala internacional por el nivel de sus especialistas en el área, y “tenemos representantes en instancias como el Centro Internacional de Estudios para la Conservación y la Restauración de los Bienes Culturales (ICCROM)”, organización intergubernamental con sede en Roma, Italia, enfatiza.
La Universidad Nacional, de manera particular, cuenta con un acervo de patrimonio cultural de los más ricos del país que supera 22 mil objetos documentales, obras de arte, artículos industriales y artesanales, mobiliario, material didáctico, instrumentos musicales, entre otros, de acuerdo con el Portal de Datos Abiertos UNAM.
El Laboratorio Nacional de Ciencias para la Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural (LANCIC) -integrado por especialistas de los institutos de Estéticas (IIE), Física y Química de la UNAM, junto con el Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares y el Centro de Investigación en Corrosión de la Universidad Autónoma de Campeche- desarrolla y emplea equipo tecnológico portátil y genera protocolos para realizar análisis, diagnóstico y conservación de bienes que forman parte del patrimonio cultural de México en colaboración con los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
Trabajo interdisciplinario
Con motivo del Día Internacional del Conservador Restaurador, a celebrarse el 27 de enero, la integrante del LANCIC calcula que, aun cuando se carece de información sobre la cantidad de personas conservadoras y restauradoras que hay en México, cada año egresan aproximadamente 50 profesionales de las instituciones educativas del país: la primera fue la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel de Castillo Negrete”, del INAH; se sumaron después la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente y la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, principalmente.
Al explicar la diferencia entre conservación y restauración, Jáidar Benavides señala que la primera consiste en las acciones para salvaguardar el patrimonio cultural, respetando sus valores y significados, permitiendo su transmisión a futuras generaciones; este término engloba la preventiva, las intervenciones de conservación directa y la restauración.
Por ejemplo, la preventiva trata de controlar aquellas condiciones que favorezcan la preservación de los bienes culturales, ya sea al exterior (expuesto a las condiciones ambientales) o al interior (puede ser en un museo), además de su registro y documentación. “Sería como la medicina preventiva para las personas sanas”.
Los procesos de conservación directa estabilizan al bien cultural con medidas “curativas” para resolver problemas específicos, como una enfermedad en un ser humano: “se estabiliza y se resuelve la problemática latente”, detalla la doctora en Ciencia para la Conservación de los Bienes Culturales por la Università degli Studi di Firenze.
En tanto, la restauración son las aplicadas de manera directa a un bien estable, donde el objetivo es facilitar su apreciación, mejorar su lectura, comprensión y uso. Esta labor se realiza de forma interdisciplinaria, es decir, con la colaboración de otras áreas como historia, historia del arte, química, física, biología, arquitectura, ingeniería o arqueología, dependiendo del tipo de patrimonio de que se trate.
En todos los casos, la investigación es fundamental; una aproximación interdisciplinaria ayuda a entender quién hizo el bien cultural, cómo y por qué. Cada uno “nos habla de una época, de un periodo histórico, nos ayuda a entender la tecnología de cada momento”. Además, aporta información de cómo los materiales interactúan con el medio ambiente o su entorno, lo cual permite efectuar un diagnóstico y tomar decisiones.
Un conservador restaurador debe conocer a fondo el comportamiento de los materiales que va a utilizar en una intervención para evitar generar algún daño. “Es nuestra responsabilidad monitorear cómo funcionan los materiales y tratamientos aplicados porque en algunos casos al principio trabajan muy bien, pero se deterioran con el tiempo”.
Investigadores de la UNAM, destaca Jáidar Benavides, han participado en proyectos importantes al respecto. A través del LANCIC se han realizado estudios materiales, iconográficos y publicaciones de diversas obras del arte virreinal y arte moderno.
En el estudio de los murales ubicados en la Casa-Estudio de David Alfaro Siqueiros en Cuernavaca, Morelos, conocida como La Tallera, los expertos universitarios participamos en la investigación de los materiales y el INBAL llevó a cabo la restauración de esas creaciones del reconocido artista, que están expuestos a las altas temperaturas y humedad de la región.
Y recientemente se hizo con el análisis de una cabeza de serpiente prehispánica labrada en piedra que se descubrió en la Antigua Escuela de Jurisprudencia, para estudiar sus materiales constitutivos y consolidar su policromía. En este caso se trabajó con personal de la Dirección General del Patrimonio Universitario y restauradores del Museo del Templo Mayor.
Se trata de una “extraordinaria pieza que permaneció oculta durante 500 años bajo una mezcla de lodo y agua, lo que contribuyó a conservar gran parte de su estuco y colores originales. Los rastros de pigmentos ocre, rojo, azul, negro y blanco son visibles todavía en el 80 por ciento de su superficie, lo que la convierte en la escultura mexica con forma de serpiente con mayor policromía documentada hasta ahora”, de acuerdo con el INAH.
“El proceso y la toma de decisiones pueden ser muy complejos, siempre con la meta de seguir los principios teóricos que rigen a la disciplina como la autenticidad, legibilidad, integridad y estabilidad del patrimonio cultural, con base en criterios como compatibilidad de los materiales y la mínima intervención evitando falsos históricos. En ocasiones, en torno a una pieza existe mucha documentación y registros, en otras uno tiene que profundizar en la investigación para contar con herramientas suficientes para la toma de decisiones, por lo que el trabajo y discusión interdisciplinario resulta fundamental”, precisa.
Dentro de la conservación y la restauración existen diversos campos de especialización, por tipo de material, temporalidad y/o contexto cultural: cerámica, prehispánica y colonial; pintura mural prehispánica, colonial, moderna y contemporánea; pintura de caballete sobre tabla o tela; escultura, especialmente policromada de madera y caña; metales; documentos, libros, textiles; fotografías; instrumentos musicales, patrimonio en contextos subacuáticos, por mencionar algunos.
Yareli Jáidar hizo hincapié en que la mejor manera de mantener el patrimonio cultural es cuando su intervención está sustentada en un diagnóstico, así como en el conocimiento de materiales y procesos de conservación y restauración apropiados, por lo que siempre tendrá que estar en manos de profesionales en la materia, de lo contrario se puede causar daños irreversibles.
La efeméride se estableció en el XVIII Congreso Internacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales celebrado en Granada, España, en 2011. (UNAM)
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