La vida alegre
«…Intercambiaron la primera de esas pocas miradas rarísimas que se lanzaron en toda su vida. Esas que parecían venir de las tripas y que por un momento les hicieron comprender que el fin del mundo era tan insignificante como un grano de sal en la paila de un enorme sancocho hirviente». Daniel Centeno.
Una característica fundamental de la buena literatura narrativa es sin duda su poder inmersivo. Cuando a través de los sentidos el lector logra inmiscuirse en la cosmovisión del escritor, en la historia que nos cuenta y el mundo particular que nos plantea. Esto sucede con la novela “La vida alegre”, editorial Alfaguara, publicado para México en 2020, del escritor y maestro venezolano, Daniel Centeno Maldonado.
El rastro del realismo mágico latinoamericano es sensible desde los epítetos: Sandalio Segundo Guerrero Guaita, mejor conocido como «Dalio Guerra, El Ruiseñor de las Américas», famoso músico y cantante de boleros que en su época dorada vendió miles de discos y llenó presentaciones, intenta regresar a las viejas glorias de la fama, para quizá, como su propio gallo de pelea “mano de piedra”, disputar una última batalla que le permita saborear de nuevo la conquista del aplauso. Aparece entonces, Policarpo Figueroa “Poli”, un fallido músico compositor de rock que por carambolas del destino terminará convirtiéndose en representante de Dalio, a quien busca convencer de que, si logra impulsar su carrera, el “caprichoso” maraquero acceda a interpretar una ópera-bolero de su autoría, al más puro estilo de “Daniel Santos Superstar”.
Milagros, visiones y apariciones sazonan la épica andanza de los protagonistas al despachar su aventura en una actual Venezuela atribulada, pero retratada con una elegante habilidad narrativa que logra intercambiar las imágenes de la derrota y la tragedia por la esperanza y el humor, éste último como la mejor herramienta que posee el ser humano para adaptarse y hacer frente a una realidad amenazante, o como decía el filósofo Henri Bergson, a la risa en su función y significación social.
«Quiso morir cuando la idea de la muerte es buena, dichosa, plena. En cuestión de segundos, pasó del incendio forestal a la primavera de su alma». Daniel Centeno.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.
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