GEOPOLÍTICA INTERNACIONAL

 El Mesías Americano

Cada minuto en la nueva administración estadounidense es parte de un espectáculo político perfectamente diseñado para crear una apología de la nueva oligarquía anti-establishment que se adueñó del partido republicano (para su propio asombro) y del imaginario del estadounidense promedio.

Desde la fotografía oficial donde se observa a un Trump con un rostro severo, con la mitad del rostro semi oscura y la otra mitad iluminada, hasta la frase inicial de la página web de la Casa Blanca: “America is Back”; Trump no está de regreso, América está de regreso, ergo, Trump es América, todos somos América; “we are back”.

Por el otro lado, el miedo; el crujir de dientes y el llorar de los migrantes que esperaban meses para procesar su asilo político por medio de la aplicación móvil CBP ONE. Y por supuesto, los medios de comunicación aprovechando y amplificando el impacto mediático de la desgracia de estas personas. Como buitres tratando de hacer algo de rating y un dinero extra a partir de las imágenes del sufrimiento.

Inmigrantes llorando en las afueras de los puertos de entrada. Migrantes subiendo por una escalera para pasar sobre el muro. Americanos proinmigrantes quitando su bandera e izando una bandera negra en su lugar como protesta a las nuevas medidas. Trump con rostro huraño firmando sus órdenes ejecutivas, y diciendo: “ésta es una buena”, todo es parte de un espectáculo mediático diseñado para enriquecer la iconografía de la vuelta al poder de “The apprentice”.

The American Messiah ha llegado. Dará fin a la ley menor del globalismo, el multiculturalismo y la cooperación internacional para instaurar la ley superior de la supremacía estadounidense, blanca, anglosajona y protestante. América para los americanos y “la queso” dirían por ahí los que saben.

Pero más allá de todas estas fases de la iconografía del Trumpismo, está el indulto general a los criminales del asalto al capitolio de los Estados Unidos y lo que significa para la democracia de ese país. No me sorprendería ver en cuatro años que el Mesías Americano intentara modificar la constitución para reelegirse nuevamente o instaurar a un sucesor a modo, como lo han hecho muchos populistas en su momento acá en el trópico e incluso en tierras tan lejanas como Rusia (Medvédev).

Después de todo, Donald J. es “El aprendiz” de aquél Roy Cohn, el abogado-mentor a quien el periódico The Washington Post definió como «El hombre que le mostró a Donald Trump cómo explotar el poder e infundir miedo», y resumió la lección que le dio el abogado al futuro Presidente como «una fórmula simple: atacar, contraatacar y nunca disculparse».

Así que lo primero es la vendetta política; cancelar todas las órdenes ejecutivas posibles de la administración Biden, e instaurar su legado desde las primeras horas de su administración; como llamar al Golfo de México, Golfo de América (Aunque le produzca risa a usted señora Hillary, en las imágenes pareciera que Bill no podía creer que estuviera riéndose en cámara a nivel nacional).

O como la designación de los Cárteles (Mexicanos; porque siempre el problema somos nosotros, aunque ellos nos vendan las armas con que nos matamos aquí y se atasquen de todo lo que se produce acá), como organizaciones terroristas. Porque el problema no está en los Estados Unidos, el problema siempre es “la otredad”, ¿Por qué tenemos que lidiar con ese patio trasero tan sucio? Hay que limpiar este desorden.

Y no obstante los aires de grandeza que ostenta la nueva administración estadounidense, la historia confirma que la decadencia de los imperios nunca se conforma de afuera hacia adentro, sino al revés. En palabras de Montesquieu y disculpando la infame descontextualización: “La descomposición de cada régimen político comienza por la decadencia de los principios”.

El fin es solamente cuestión de tiempo.

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El Heraldo de Saltillo
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