Los seres humanos hemos invadido de manera desordenada la tierra, perdimos con el paso del tiempo la relación armoniosa que existía entre el hombre y la naturaleza, desafiamos con gran descaro sus leyes, destrozamos los ecosistemas, se ha alterado la biodiversidad, extinguido indiscriminadamente especies, desaparecido hábitats para la flora y fauna, aumentado la desforestación, se incrementa día a día la contaminación provocando el cambio climático. Por supuesto, la crisis del agua y de los alimentos. Le damos preferencia a acciones que destruyen el planeta como al desarrollo de la industria, el avance de la tecnología, provocando una crisis en la naturaleza. No entendemos que con esto el planeta se está agotando.
La tierra reclama a la humanidad su falta de sensibilidad para cuidarla, para protegerla, se manifiesta mediante desastrosos fenómenos naturales como: tornados, tsunamis, huracanes, erupciones volcánicas, terremotos, ciclones, tormentas de nieve o lluvia, inundaciones, incendios forestales, sequías, temperaturas extremas de frío o calor. Estimado lector imagine, por ejemplo, estar presente en un tornado con vientos de 320km/h. Los mexicanos no hemos borrado de la memoria, el terremoto que sucedió en 1985 en la Ciudad de México, donde se perdieron más de 10 mil vidas
El problema es que las catástrofes naturales se están manifestando con mayor frecuencia e intensidad en el mundo de manera violenta, han superado significativamente la capacidad de previsión, que afectan de manera terrible a los asentamientos humanos causando graves desastres en lo material y pérdidas humanas, ahora se están produciendo en las zonas habitadas. Estudios científicos y las mediciones de la industria aseguradora, coinciden en que se han incrementado estos eventos, provocando que las personas estén expuestas, es decir, se incrementa su vulnerabilidad. Juan Satrústegui director de Riesgos de la Naturaleza de MAPFRE, España afirmo que: “…somos una sociedad que se concentra en grandes ciudades, en muchos casos expuestas a estos desastres naturales. Incluso si la vulnerabilidad es pequeña, si juntas un gran huracán con una gran ciudad, el riesgo va a ser elevado”.
Debido a nuestra falta de visión a futuro no hemos previsto que sufriremos graves consecuencias de nuestros actos, esto es muy simple de probar estimado lector, en 2024 se manifestaron en todo el mundo y con mayor fuerza los fenómenos naturales, por mencionar algunos, mire usted: el tsunami que sufrió Indonesia en el 2004, que mató a aproximadamente 250 000 personas. Japón sufrió un gran terremoto de magnitud 7.3 en el mar de Boso; en Chile se manifestaron los peores incendios; el Huracán Helene categoría 3 que afectó Puerto Rico, República Dominicana y Haití con vientos de 200 km/h y el Huracán Milton categoría 4, que se manifestó en el Caribe, sureste de Estados Unidos y Cuba. También se hizo presente el fenómeno Dana que atacó con fuerza la Comunidad Valenciana provocando torrenciales lluvias; la terrible sequía que afecta la Amazonía.
Iniciamos el año de 2025 con una desastrosa noticia, en los Ángeles, California, Estados Unidos, el pasado 7 de enero de este año, un enorme incendio arrasó con gran rapidez un buen número de viviendas, los especialistas en el tema aseguran que fue provocado debido a los vientos de Santa Ana, que llegan a alcanzar una velocidad de 160 Km/h, debido a esto reciben el nombre de vientos del diablo. También se hizo presente en este inicio de año, un gran temblor que se suscitó en la Región Autónoma del Tíbet de magnitud 5,0 causando una gran destrucción en ese lugar y, por supuesto cobrando a su paso una enorme cantidad de vidas humanas.
El hombre es el único ser que desarrolló una gran habilidad para transformar la naturaleza “a su favor” para “satisfacer sus necesidades”, desafortunadamente esto se convirtió en un excesivo abuso, reitero, sin pensar en las graves consecuencias, ahora vivimos las secuelas de este comportamiento, con estos atroces eventos que afectan a la humanidad, dejando a su paso grandes desgracias. Existe una gran lista de mejoras al ambiente que podemos hacer toda la sociedad y por supuesto el gobierno. Ojalá y estos sucesos nos hagan reflexionar sobre el daño que le estamos causando a nuestro planeta, tomar las medidas preventivas y actuar en consecuencia porque todos estamos expuestos a sufrir a causa de los fenómenos naturales.
Autor
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Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
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