En la adicción a juegos y apuestas la persona busca de manera compulsiva lo que le produce placer, indicó Hugo Sánchez Castillo
Ciudad de México.- La adicción al juego, establecida en 1980 en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM III) de la Asociación de Psiquiatría Americana como ludopatía o juego patológico, es un trastorno psicológico que se caracteriza por la incapacidad de controlar el impulso de practicarlo y apostar.
Según Statista GmbH, plataforma global de datos y portal de estadística, 77 por ciento de los adictos en el mundo lo ejecutan en línea; además, 74 por ciento de quienes los practican de manera compulsiva lo hacen en las denominadas “máquinas tragamonedas”.
La misma fuente señala que tan solo en Estados Unidos la atención a los efectos de la ludopatía cuesta a la sociedad de este país ocho mil millones de dólares al año.
Hugo Sánchez Castillo, del Laboratorio de Neuropsicofarmacología y Estimación Temporal de la Facultad de Psicología de la UNAM, explicó en entrevista:
En el cerebro tenemos un circuito que nos permite percibir que las actividades que hagamos nos resulten placenteras, esto lo relacionamos con algo que se denomina reforzadores naturales.
Por ejemplo, subrayó, tomar agua nos resulta gratificante en un día caluroso; entonces a través del sistema límbico, relacionado con la experimentación del placer, diversas conductas nos generan una activación de este sistema que libera oxitocina, dopamina, y nos sentimos bien.
No obstante, cuando el sistema límbico se sobreactiva se “secuestra” la conducta, entonces la persona lo lleva a cabo una y otra vez, de ahí uno de los criterios diagnósticos que llamamos pérdida de la tasa limitante, razón por la cual busca de manera compulsiva lo que le produce gozo, abundó.
Es decir, las personas con ludopatía experimentan también síntomas de dependencia, tolerancia y síndrome de abstinencia, similares a los de la gente adicta a sustancias.
En ese sentido, manifestó, la conducta de juego y apuestas generará liberación considerable de dopamina, lo cual significa que quien compite no dejará de hacerlo; lo mismo se ha encontrado con la adicción a las compras, a internet y videojuegos.
El experto universitario aseguró que en el caso de estos últimos las razones principales de la continua expansión del sector es su versatilidad y fácil accesibilidad. La Organización Mundial de la Salud considera la adicción al juego como una enfermedad, e incluye en esta problemática a los videojuegos.
Hoy en día se “engancha” a los menores con el uso de los videojuegos porque no se requiere contar con una consola o hardware (como en generaciones anteriores) debido a que se puede jugar en celulares, televisores inteligentes, tablets o computadoras; es decir, el factor accesibilidad influye en que se transforme en un hábito.
Al referirse a la probabilidad de que niñas y niños apegados a videojuegos sean apostadores en la adolescencia o adultez, Sánchez Castillo consideró:
“Un cerebro que cuenta ya con una predisposición es más factible que pudiera caer en ello; sin embargo, es el ambiente el que tendrá un papel fundamental en la conducta resultante de la etapa posterior”.
¿Eres uno de ellos?
Para diagnosticarla, el DSM-5 (versión del Manuel publicado en 2013) establece que un individuo debe presentar, al menos, cuatro de los siguientes síntomas en un periodo de 12 meses:
Apostar cantidades cada vez mayores de dinero; sentirse nervioso o irritado cuando intenta dejar el juego; mentir para ocultar la cantidad de dinero gastada; tratar repetidamente de dejar el juego sin éxito; apostar cuando se siente culpable, ansioso o deprimido.
Asimismo, perder relaciones importantes o el empleo por culpa del juego; pedir dinero prestado para cubrir las pérdidas; pensar constantemente en las apuestas; volver a hacerlo al día siguiente para recuperar las pérdidas.
Como en cualquier condición relacionada con las ciencias del comportamiento no existe un tratamiento universal, por lo que cada caso debe ser tratado de acuerdo con la experiencia personal, además de pedir ayuda de expertos, consideró el especialista de la FP.
La UNAM cuenta con el Centro de Prevención en Adicciones “Dr. Héctor Ayala Velázquez”, teléfono 55 56 58 39 11. (UNAM)
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