El CONEVAL fue una idea de la izquierda
La desaparición del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) dejó a media luz una de las etapas más importantes de las políticas públicas en materia de combate a la pobreza: medir los avances y evaluar el impacto de los programas sociales.
Creado en 2004 como un organismo con autonomía técnica y de gestión, el CONEVAL se convirtió en parte vital del Sistema de Monitoreo y Evaluación de la Política Nacional de Desarrollo Social, instituida en la Ley General de Desarrollo Social.
El régimen neoliberal estaba en pleno apogeo en ese momento, pero se cuestionaban sus resultados en el abatimiento de la pobreza. Se hablaba incluso de ineficiencia y derroche de recursos.
Las críticas sobre el gobierno mexicano eran intensas. Se dudaba de la eficacia de sus programas y del desempeño de las autoridades. Organizaciones de la sociedad civil, académicos y partidos de oposición, entre ellos PRI y PRD, exigían una puntual rendición de cuentas.
Surgió entonces la idea de crear un sistema de evaluación independiente, útil para las autoridades y accesible para los ciudadanos. La información y los reportes generados serían un valioso insumo para enriquecer el debate político en el Congreso y tomar decisiones mejor sustentadas dentro del Poder Ejecutivo.
Un organismo especializado e independiente permitiría conocer a detalle cómo se ejercían los recursos públicos y medir el impacto del gasto social en los objetivos y metas del Plan Nacional de Desarrollo, más allá de la propaganda oficial desplegada por el régimen neoliberal. Fundamentalmente, porque los recursos destinados al desarrollo social eran cada vez mayores.
Las primeras iniciativas para promulgar la Ley General de Desarrollo Social y crear una entidad de evaluación autónoma, denominada Instituto Nacional de Evaluación y de la Política Social (antecedente del CONEVAL), fueron presentadas por el PRD en 2001 y 2002 a través de la senadora Leticia Burgos Ochoa.
Sí, leyó usted bien. La izquierda estableció los antecedentes legislativos para crear una entidad que midiera la pobreza y evaluara de manera independiente los resultados de los programas de desarrollo social ejecutados por la derecha.
Al juzgar por estos antecedentes, hasta me siento tentado a decir que las instituciones autónomas de evaluación, como el CONEVAL, fueron una victoria que la izquierda se anotó sobre la derecha.
A través de este organismo, la izquierda podría vigilar y evaluar el gasto social del régimen neoliberal, ya que una de sus obligaciones era entregar los resultados de las evaluaciones a las Cámaras de Diputados y Senadores.
De hecho, respaldada por su bancada, la senadora Burgos justificó la creación del ente evaluador asegurando que la estrategia del régimen neoliberal para erradicar la pobreza “resultaba insuficiente para solucionar el fenómeno”, afirmando que las evaluaciones no solo servirían para optimizar el gasto y la rendición de cuentas, sino que también ayudarían a mejorar la gestión de los programas para lograr mejores resultados en la política de desarrollo social.
A dos décadas de la creación del CONEVAL, ¿por qué la perspectiva de la izquierda cambió radicalmente y aprobó una reforma que lo extingue?
Por fortuna, se encendió una luz de último momento. Morena reconsideró la importancia de la evaluación independiente: las atribuciones para medir la pobreza y evaluar los programas sociales serían transferidas al INEGI. Crucemos los dedos.
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