COMPETENCIA Y COOPERACIÓN

La resiliencia organizacional de las PyMEs: clave para sobrevivir en contextos de crisis

 Por: Dra. Nathalia Zamarrón Otzuca

En el panorama económico global, las Pequeñas y Medianas Empresas (PyMEs) constituyen un motor fundamental para el crecimiento económico, la generación de empleo y la innovación. En Coahuila, estas empresas representaron aproximadamente 95,230 unidades económicas, de las cuales el 10 por ciento correspondía a la industria manufacturera, generando 405,912 puestos de trabajo en el año 2018 (INEGI; Censos Económicos, 2019).

No obstante, su relevancia no las exime de enfrentar graves amenazas en contextos de crisis, como las experimentadas durante la pandemia de COVID-19 o, actualmente, frente al proceso de quiebra de la empresa acerera Altos Hornos de México (AHMSA). En este escenario, la resiliencia organizacional surge como un factor crucial para la supervivencia y el éxito a largo plazo de las empresas de la región.

La resiliencia organizacional se define como el resultado de procesos que permiten a las organizaciones gestionar sus recursos de manera suficientemente flexible, sostenible, adaptable y maleable para responder de forma positiva a lo inesperado (Meneghel y Martínez, 2013). Más allá de una reacción a corto plazo, implica la habilidad de adaptarse, aprender y fortalecerse tras superar la adversidad.

Este concepto puede entenderse desde dos enfoques principales. El primero, denominado resiliencia de primera generación, se centra en las capacidades y fortalezas individuales. El segundo, conocido como resiliencia de segunda generación, adopta una perspectiva más amplia que abarca la creatividad, la innovación y la capacidad de análisis crítico, aspectos esenciales para enfrentar un entorno dinámico y complejo (Tapia, 2012).

En este contexto, las empresas resilientes son aquellas que, ante las crisis económicas o desafíos derivados de la globalización, no solo logran mantener un rendimiento superior, sino que también transforman las dificultades en oportunidades para generar beneficios adicionales (Medina, 2012).

En el caso de las PyMEs, la resiliencia puede marcar la diferencia entre la continuidad operativa y el cierre definitivo. Estas empresas son especialmente vulnerables a las crisis debido a su estructura financiera limitada, su menor acceso a recursos tecnológicos y su dependencia de cadenas de suministro locales. Estos factores provocan que las interrupciones en el mercado tengan un impacto desproporcionado en su operatividad y capacidad para generar ingresos.

En el año 2023, AHMSA suspendió sus operaciones debido a una crisis financiera derivada de deudas acumuladas y problemas legales. La empresa contaba con una plantilla directa de aproximadamente 3 mil 500 empleados y generaba miles de empleos indirectos en la Región Centro de Coahuila. Como motor económico clave para la localidad, la severa crisis que enfrentó AHMSA limitó su capacidad para cumplir con sus compromisos, afectando también a proveedores y numerosas empresas que dependían de su actividad. La especialización productiva de la Región Centro de Coahuila es tan fuerte que genera una alta dependencia económica. Se estima que más de 300 proveedores han sido afectados, poniendo a prueba su resiliencia organizacional.

Para enfrentar esta crisis y mantener su competitividad, las PyMEs deben adoptar estrategias que fortalezcan su resiliencia organizacional. Es esencial identificar oportunidades en medio de la adversidad e implementar prácticas de administración de la innovación que mejoren sistemas, bienes y servicios. Asimismo, la tecnología debe ser aprovechada para ampliar mercados y optimizar el rendimiento a través de estrategias digitales y nuevas técnicas de distribución. Además, es importante reconfigurar competencias internas y externas para adaptarse rápidamente al entorno, fortaleciendo la cohesión organizacional. También se recomienda promover una cultura de capacitación continua del personal en áreas relacionadas con la innovación, tecnología y resiliencia, fomentando un entorno de aprendizaje constante (Demuner-Flores et al., 2022).

Si bien las PyMEs tienen un papel protagónico en el desarrollo de su resiliencia, también es fundamental el apoyo de los gobiernos, las instituciones financieras y las grandes empresas. Es necesario implementar políticas públicas orientadas a la capacitación, el financiamiento y la digitalización, para construir un entorno más favorable para estas empresas.

La resiliencia organizacional no es solo una habilidad deseable, sino una necesidad en un mundo marcado por la incertidumbre. Las PyMEs tienen la oportunidad de transformar los desafíos en catalizadores de cambio, asegurando no solo su supervivencia, sino también su crecimiento sostenible y su contribución al desarrollo económico del país.

 

Nota: La autora es profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Coahuila

 

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El Heraldo de Saltillo
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