El autodominio exige autoconciencia
Daniel Goleman
Aunque los usemos como sinónimos, e incluso el diccionario los considere tales, los términos complejo y complicado tienen distinto significado. En ambos casos nos encontramos ante algo compuesto de suficientes elementos que, por sus diversas naturalezas y significados, al interactuar establecen intrincadas relaciones y conforman una peculiar unidad. Lo que los distingue es la comprensión humana. Donde la hay, existe complejidad, donde no, complicación.
Si usted desarma cualquier tipo de aparato que no conozca, puede tener el talento de hacerlo con minuciosidad, orden y concentración, de manera que sea capaz de recolocar las piezas exactamente como estaban. Pero si no tiene esa paciencia, si le corren las prisas, si el objeto no es realmente de su interés ni le despierta curiosidad y solo quiere repararlo, seguramente se convertirá en un dolor de cabeza, en una serie de elementos dispersos que… ¿dónde iban?, ¿qué son?, ¿para qué sirven?
Eso mismo pasa cuando se trata de nuestras emociones y sentimientos. Bueno, de hecho, la mayoría ni siquiera sabe que no son lo mismo, y que no son algo provocado por los demás o por las circunstancias de la vida, por tanto, fuera de nuestro control, sino que las y los creamos, cultivamos, transmitimos y podemos transformar, a partir de la forma en que interpretamos nuestras experiencias.
No nacemos con la poca o la gran variedad de emociones y sentimientos que podemos llegar a desarrollar a lo largo de nuestra vida. Haga memoria y se dará cuenta.
La ciencia descubrió hace décadas una relación determinante entre emociones y sentimientos con la inteligencia y la salud física, pero los paradigmas dominantes siguen siendo de desconexión. Nos educan y educamos para sentir lo menos posible y no mostrarlo, por miedo a ser heridos.
Mientras mayor sea nuestra tosquedad emocional, por autoanulación, represión, negación o cualquier otro mecanismo que nos aleje de lo que sentimos, más estará nuestra vida fuera de control, más dependeremos de los demás, más insatisfechos nos sentiremos durante más tiempo, más frustrados y desesperanzados o incluso desesperados, más vacíos, más infelices.
Por eso, el factor de mayor peso para darle sentido a la vida es experimentar la amplia gama de emociones y sentimientos de que somos capaces y, por supuesto, comprender su complejidad.
En su desarrollo y gestión está la fuente de la juventud, la belleza y una vida satisfactoria. Mientras menos conozcamos nuestras emociones y procesos sentimentales, menos podremos dominarnos y más complicados seremos.
Pero pocos son los que se atreven a hacer el viaje interior, porque los temores atávicos lo impiden. La verdad es que cuando comenzamos a bucear profundo nos damos cuenta de que no era tan aterrante como parecía, sino que resulta emocionante, siempre asombroso y liberador.
No es lo mismo que estemos ansiosos y angustiados, en un estado generalizado de malestar, a que sepamos con exactitud qué hay ahí adentro. Por supuesto, todo empieza por el miedo, el detonador de cualquier malestar; a partir de ahí la gama de lo que podemos sentir es interminable.
El mundo emocional es el microcosmos inexplorado del ser humano, que ha preferido mirar hacia el macrocosmos, siempre buscándose a sí mismo, antes que tocar el dolor causado por cualquiera de las heridas de su infancia. Y es una pena, porque el lugar favorito de Dios es nuestro corazón.
Cuando sabemos explicar exactamente cómo nos sentimos, vamos, a la vez, haciendo más complejo, pero descomplicado, nuestro mundo emocional, afinando la sensibilidad, elevando nuestra calidad humana. Nos volvemos mejores personas, definitivamente más inteligentes y físicamente sanos.
Las personas que experimentan una amplia gama de emociones y sentimientos, que han aprendido a nombrarlos, describirlos y desarrollarlos a voluntad, recurren poco o nada a conductas de fuga como las adicciones.
Bajo la observación y la comprensión que, de nuestra complejidad, desaparece el conflicto interior y las conductas negativas pueden transformarse con relativa facilidad.
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