Intolerancia, llave de las violencias

Por eso, la tolerancia es la convivencia armónica de las diferencias, afirma Andrea Kenya Sánchez Zepeda, en ocasión del día internacional de este valor universal, que se conmemora el 16 de noviembre

Ciudad de México.- Respetar las ideas, creencias y prácticas de los demás cuando son contrarias a las propias es tolerancia, un valor fundamental para fomentar el aprecio al pluralismo en todas sus formas. “Es la convivencia armónica de las diferencias”, resume la profesora de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM, Andrea Kenya Sánchez Zepeda.

Al abordar el tema con motivo del Día Internacional de la Tolerancia, que se conmemora a partir de 1996 el 16 de noviembre, a propuesta de la Organización de las Naciones Unidas, aniversario del natalicio de Mahatma Gandhi, destaca:

“Tolerar no significa aguantar o soportar, lo que esconde un sometimiento; implica respetar y aceptar algo distinto a lo que pensamos, viéndolo de igual a igual”.

Como seres sociales, los humanos debemos considerar las diferencias de ideas, cultura, religión, características físicas y condiciones socioeconómicas, rubros que con frecuencia distinguen entre individuos y colectividades, enfatiza la universitaria.

“Se debe abordar desde los derechos humanos, pues implica el reconocimiento de estos y de las libertades fundamentales de las demás personas”, apunta.

Sánchez Zepeda explica que la familia es la primera estructura en donde la población infantil aprende, o no, a ser tolerantes. “Es abierta y mutable en su estructura, no es una burbuja aislada, sino que intercambia conocimientos, valores y cultura con la sociedad en que se desarrolla. Todos tenemos ideas y creencias heredadas de nuestra historia, del entorno inmediato y del país de donde somos”.

“La intolerancia es la llave de las violencias. A partir de ella se genera discriminación, abuso, acoso, bullying, falta de límites y repetición de estereotipos. Al aprenderlos desde la casa es difícil erradicarla, pues se refuerza en la escuela”, precisa.

La especialista resalta que una vida familiar democrática sería lo ideal para fomentar la tolerancia entre las nuevas generaciones. Afortunadamente, entre las juventudes existen más inquietudes y apertura para aceptar lo distinto o contrario a lo propio, pero aún hay mucho que avanzar.

Existen algunos logros a los derechos de las mujeres y a las diversidades sexo-genéricas, pero no son las únicas áreas en donde hay diferencias; también las hay en nuestro origen étnico, nivel socioeconómico e incluso académico, asevera.

Sánchez Zepeda reconoce que la UNAM ha tenido cambios significativos y estructurales respecto a la igualdad de género y a la diversidad sexual. “Tenemos que ampliar la mirada, avanzar en la parte cultural y de clase social para poder erradicar la discriminación estructural”, entre otros aspectos, opina.

La universitaria rememora: en la ENTS fuimos pioneras en instalar en la UNAM la Unidad de Igualdad de Género, una iniciativa que se ha replicado en varias entidades de la Universidad, mediante la cual se fomentan técnicas vivenciales y corporales para que las y los jóvenes tengan experiencias respecto del sentir y pensar del otro.

También hay los llamados grupos de pares, en los que los estudiantes ofrecen pláticas para tratar algún tema; las y los docentes imparten cursos y talleres. (UNAM)

 

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Agencias