Ni tan buenos vecinos
En esta ocasión te platico de una anécdota de cuando Saltillo aún no era ciudad, incluso ni se llamaba así, y era aquella época en la cual nuestra hermosa hoy ciudad estaba formada por dos poblados, la Villa de Santiago del Saltillo fundada por europeos y habitada por ellos y sus descendientes y el Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, población habitada y fundada por nativos tlaxcaltecas.
Ambas comunidades, a pesar de contar con autoridades civiles y religiosas distintas, eran muy unidas para defenderse de los nativos “bárbaros” que asolaban a ambas poblaciones. También por medio del comercio se relacionaban los habitantes de ambos lugares, sin embargo, no todo era, como se dice, miel sobre hojuelas, pues había disputas entre europeos y tlaxcaltecas.
El día 5 de noviembre del ya lejano año de 1615, las autoridades de la villa de Santiago del Saltillo realizaron una visita a las autoridades del pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala. Los de la villa les pidieron a los del pueblo que no aceptarán españoles en sus viviendas, pues cuando eso sucedía, siempre se armaba el pleito. De hecho, hasta se les prohibió a los vendedores de la villa ofrecer sus mercancías de casa en casa en el pueblo.
Las autoridades del pueblo tomaron cartas en el asunto, pues no querían pelear con sus vecinos, quienes además de ser socios eran aliados, por ello hasta se dictó una ley que decía: “Que si alguien presta su casa será aprehendido, un mes está encerrado (sic) en cárcel… y de pena pagará diez pesos tomines, pertenecientes al Santísimo Sacramento”. Y antes de continuar déjeme decirle estimada y estimado Saltillense, que los tomines no son una especie para sazonar comida, sino es el equivalente a una octava parte de un peso. Pero volvamos a la historia de cómo fue la relación entre los del pueblo y la villa.
Los tlaxcaltecas eran muy celosos de la tranquilidad que reinaba en el pueblo, el cual fue motivo suficiente para negarle la entrada a los españoles que vivían en la villa, ya que los europeos tenían fama de hacer cosas indebidas y de siempre buscar pelea.
Esta es parte de la historia de Saltillo, una ciudad con mucha historia, una ciudad cuyos orígenes provienen de la fusión de dos culturas, la de los tlaxcaltecas y la de los europeos, una ciudad que no se podría entender, tener y amar sin comprender que en alguna ocasión, allá en sus inicios, fuimos dos, y eso es algo que vale la pena presumir.
Autor
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Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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