Actualmente la mayoría de las personas estamos sumergidos en un mar invadido de información que en la mayoría de las veces nos ahoga. Esta situación crea necesidades en nosotros, pero: ¿cuántas o cuáles son primordiales? Eso depende de cada persona y su contexto. El Diccionario de la Lengua Española hace referencia al concepto de necesidad, se trata de un impulso irresistible que hace en los humanos una motivación dirigida a satisfacer una carencia de naturaleza variable como alimento, agua, vivienda, protección, afecto, seguridad, entre otras. Son cosas que son inadmisibles de sustraer.
Entorno a este concepto surgen muy distintas apreciaciones de estudiosos como Durkheim que asegura que las necesidades del hombre no tienen fin, la única posibilidad de detenerlas es con una autoridad moral, por otro lado, Simmel hace un rechazo a la pobreza por falta de dinero, el concepto de pobreza lo define la comunidad, es un punto de vista relativista, sin embargo, Weber asegura que la motivación y las ideas de los seres humanos son fuerzas que provocan el cambio, los hombres tienen la capacidad para actuar con libertad para construir su futuro, y finalmente Marx a punta a la carencia y escasez, a la falta de bienes para satisfacer las necesidades de la vida. Se puede observar una variedad en estas posturas, desde un valor de uso, como acción social, como impulso, como norma social.
Tiempo después aparece en escena el psicólogo estadounidense Maslow, quien jerarquiza las necesidades humanas, él distingue cinco básicas: la primera, las fisiológicas, la supervivencia del individuo que son básicas como comer, dormir, entre otras; la segunda de seguridad, un futuro seguro, estar seguros en el entorno donde habitamos; tercera de pertenencia y amor, búsqueda de afecto y a asociarse, las relaciones con la familia, amigos, compañeros de trabajo etc.; cuarta de estima, auto-respeto y aprecio por los otros, sentirnos apreciados y valorados por la sociedad; y quinta de Autorrealización, realización integral, es el éxito personal, estar bien consigo mismo. Se deben de satisfacer en orden ya que una lleva a otra. Estas necesidades son para que las personas puedan priorizar las necesidades y sea asertivo en sus decisiones.
Lamentablemente estamos inmersos en un capitalismo voraz, aparecen en la escena social otro tipo de necesidades, las artificiales que obviamente no son básicas, sino producto de la mercadotecnia que ofrecen objetos que no son necesarios para cubrir necesidades básicas, estas necesidades llevan a las personas directo al consumismo extremo y por ende a la destrucción de los recursos naturales y la contaminación. El problema es que las personas se han formado la idea de que entre más cosas poseas, es una manifestación de felicidad, ocupando un lugar especial los bienes que te sea posible poseer y por supuesto su valor y la dependencia que hacemos de ellos. Cuando no logras la posesión de suficientes bienes causa infelicidad, frustración, amargura y demás sentimientos negativos.
Al poner la atención en este tipo de necesidades artificiales nos olvidamos de la importancia del ser humano, de los valores éticos, y damos prioridad a la adquisición de objetos generando en gran medida frustración y egoísmo, cuando no logramos obtener cosas. He conocido a personas que viven de una forma que no les corresponde, por ejemplo, se van de viaje al extranjero, aunque no cuenten con los medios económicos y se endrogan por diferentes corrientes financieras, y al regresar viven la pesadilla de no tener los medios económicos para cubrir el gasto, todo por dar prioridad a las necesidades artificiales, desafortunadamente existen muchos ejemplos de ello. Es mejor vivir de acuerdo con tu realidad, no complicarte la vida, se puede ahorrar, administrarse o buscar otros medios, para poder darse algún gusto, y dormir tranquilo. ¿No lo cree así querido lector?
Nota aclaratoria: en el artículo del 3 de noviembre, cometí una equivocación en el siguiente nombre dice: Ferrer Lerín y debe decir: Pere Gimferrer.
Autor
-
Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
Otros artículos del mismo autor
- OPINIÓN10 noviembre, 2024LAS NECESIDADES HUMANAS BÁSICAS VERSUS LAS ARTIFICIALES
- OPINIÓN3 noviembre, 2024UN INCESANTE CAER DE ESTRELLAS EN LA NADA
- OPINIÓN27 octubre, 2024TODO PASA NADA ES PERMANENTE
- OPINIÓN20 octubre, 2024CUIDADO CON LA ENVIDIA