LA PAZ SÍ ES POSIBLE

Al vivir en un ambiente violento, además de acostumbrarse a verlo como normal, ya no se percibe si aumenta o disminuye su intensidad, nos vacuna contra él y nos insensibiliza llevando a dejar de sentir compasión, solidaridad ante las víctimas de ella. Deja de ser noticia, porque ciertamente ya es lo usual, no comporta ninguna novedad. Pero esta anestesia que insensibiliza, también borra el anhelo de la paz, pues ante la realidad que rodea, ya no se tiene esperanza en el futuro, que es en gran medida el contenido del mensaje de la paz.

El Instituto Internacional de Estocolmo para la investigación de la Paz (SIPRI), informó que las potencias nucleares siguen reforzando sus arsenales nucleares y desarrollando nuevos sistemas con capacidad nuclear, por eso las tensiones internacionales aumentan a escala mundial. Cuando Alfred Nobel, que por cierto nació un 21 de octubre, en su testimonio estipuló una cantidad de dinero, para formar una fundación que entregara unos premios en reconocimiento a aquellos que, en su búsqueda por la excelencia, contribuyeron significativamente al avance de la humanidad.

Justo en días anteriores en Comité Novel otorgó la presea de la paz a la Organización japonesa Nihon Hidankyo, que está formada por los sobrevivientes a las bombas atómicas que Estados Unidos lanzó sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki en 1945. La razón de la designación fue por los esfuerzos que el movimiento hace para lograr un mundo libre de armas nucleares, y que, a través de su testimonio, el mundo tome conciencia y nunca las utilice otra vez. Sin embargo, cada vez hay más armas nucleares y estas se usan para amenazarse entre las naciones.

Yo nunca he ido a Japón, pero los que lo han visitado, comentan que los rastros que quedan de las explosiones, son los que se han dejado como memoriales; porque el país se pudo y supo reconstruirse. Pero sí he estado en lugares que fueron destruidos durante la segunda guerra mundial, por ejemplo, Dresde, y parece como si nunca hubiera pasado nada. Son sociedades que han tenido la capacidad de rehacerse y levantarse de los escombros.

Pero la otra cara de la moneda, es nuestra sociedad mexicana sin irnos tan lejos, sin haber tenido guerras que nos hayan devastado a esa escala, tenemos guerrillas organizadas, prolongadas, extendidas y establecidas a todos los niveles. Esto sin darnos cuenta nos ha acostumbrado a vivir de cierta manera, a conformarnos y contentarnos con infraestructura y servicios que por años nos califican de tercer mundistas. Ya estamos acostumbrados a los asesinatos, robos, extorsiones, y parece que nadie puede hacer nada.

Pero seamos honestos, la violencia no solo es protagonizada y generada por el crimen organizado, se vive en muchas casas, en escuelas, basta con enterarse de hechos espeluznantes que suceden en ellas, pobres de los profesores que se ven superados. Otra violencia salvaje se da muchos ambientes laborales, y frecuentemente fomentada por los directivos, por ejemplo, se con certeza que la peor violencia contra la mujer la sufren mujeres de parte de sus jefas, hasta parece de broma, que sea una mujer la loba principal que se come y devora a otra mujer.

Pero ¿Acaso no se puede hacer nada? ¿O el tiempo al pasar, permitirá que la sociedad alcance un nuevo equilibrio? ¿Las cosas se acomodarán solas por sí mismas? No necesitamos que nos den un reconocimiento para poner manos a la obra, y comenzar a hacer esfuerzos que, aunque pequeños sean significativos. Esto se logrará, cuando vivamos las virtudes, pero primero hay que conocerlas, nadie va a vivir una virtud si primero no la conoce. Y aclaro las virtudes no son lo mismo que los valores. El ser humano vive de modo auténticamente humano cuando vive una vida virtuosa, y la paz es un fruto de este estilo de vida, la paz sí es posible.

 

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El Heraldo de Saltillo
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