PLAZA CÍVICA

La catacumba democrática

Atrás ha quedado la esperanza de moderación claudista. Porque la reforma judicial, a pesar de todo, acabará por materializarse. Y terminará por ser la autora de la catacumba democrática mexicana, el lugar de próximo reposo del Poder Judicial, la División de Poderes y la Democracia Constitucional.

Los jueces, magistrados y ministros de la Suprema Corte no son representantes políticos. El poder judicial se creó, precisamente, para controlar a los otros dos poderes políticos -ejecutivo y legislativo- a través de la ley. Alexander Hamilton, padre fundador estadounidense, hizo una defensa férrea y profunda de la independencia judicial hace más de doscientos años. En el Federalista #78, declara que las cortes federales “fueron diseñadas para ser un cuerpo intermedio entre la gente y su legislatura”, con el fin de asegurar que los representantes del pueblo actuaran dentro de la Constitución. Hay ciertos derechos que no pueden ser violados, ni siquiera por las mayorías legislativas. Y, para proteger a la población de los abusos del gobierno, la independencia judicial resulta fundamental.

Todos los puntos de la reforma judicial van en contra de los principios hamiltonianos. Los candidatos judiciales serán seleccionados por los tres poderes, dos de los cuales están controlados por Morena, y un tercero seriamente colonizado. Esos candidatos pagarán sus campañas con su propio dinero, lo que le dará más posibilidades de ganar a aquellos con más dinero, o con vínculos con partidos, empresarios y crimen organizado. Y habrá un Tribunal de Disciplina Judicial, el cual tendrá facultades en extremo discrecionales: podrá intervenir en actos u omisiones bajo el argumento de “interés público”; tendrá la potestad de echar atrás las decisiones judiciales mismas; y los juzgadores no podrán apelar sus decisiones. Por si fuera poco, los juzgadores se podrán reelegir. El circo se hará tanto a nivel federal como estatal. Será un gran circo.

Ya tuvimos una probada de lo que está por venir. El Consejo de la Judicatura Federal (CJF) cometió suicidio judicial al votar mayoritariamente para desacatar las resoluciones de jueces y magistrados y, además, entregarle las listas de estos al Congreso para realizar la elección. Tienen sentido los cuatro votos a favor del suicidio: la consejera Celia Maya es morenista y fue tres veces candidata al gobierno de Querétaro; Bernardo Bátiz es un lópezobradorista consumado desde tiempos añejos; Verónica de Gyves es muy cercana al morenista Arturo Zaldívar, trabajó en la Procuraduría capitalina cuando López Obrador era jefe de gobierno, y su sobrina trabaja para la ministra Yasmín Esquivel; y Sergio Molina también tiene una esposa trabajando para… Yasmín Esquivel. Todos ellos, propuestos por López Obrador, y aprobados en un Congreso morenista.

Algún día bajaremos a las catacumbas y reviviremos a nuestros muertos. Por lo pronto, vamos hacia una terrible involución política nacional. Ahí está la tragicómica tómbola morenista, o la unción de la nueva República Bananera Mexicana.

 

fnge1@hotmail.com

 

@FernandoNGE

Autor

Fernando Nùñez de la Garza Evia
Fernando Nùñez de la Garza Evia
Licenciado en derecho por la Universidad Iberoamericana (UIA). Maestro en estudios internacionales, y en administración pública y política pública, por el Tecnológico de Monterrey (ITESM). Ha publicado diversos artículos en Reforma y La Crónica de Hoy, y actualmente escribe una columna semanal en los principales diarios de distintos estados del país. Su trayectoria profesional se ha centrado en campañas políticas. Amante de la historia y fiel creyente en el debate público.
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