El 14 de octubre de 1888, se filmó la primera película, y dura tan solo 2,11 segundos. Es titulada: “Roundhay Garden Scene”, “La escena del jardín de Roundhay”, y está disponible en YouTube. En ella se ven caminando un joven de frente, vestido en traje oscuro, a su izquierda una dama elegantemente vestida con un soberbio sombrero de la época victoriana, muy cerca de ella, una anciana que camina adelante, y al lado izquierdo de esta, un hombre mayor, caminando en sentido contrario, al que solo se le ve la espalda, y que lleva puesto un saco de color claro.
Este corto fue dirigido por el inventor francés Luis Le Prince, en un lugar llamado Oakwood, en la ciudad de Leeds en Inglaterra. Pero como en la naturaleza, al parecer todo comienza siempre en pequeño, en semilla, también las creaciones humanas tienen los más sencillos orígenes. Esta primera película de dos segundos, no tenía color, ni sonido, ni mucho menos diálogos; pero fue el comienzo de lo que pronto sería llamado el séptimo arte, que fascina a tanta gente: el cine.
Luis Le Prince vivió y fue parte de la llamada Belle époque, caracterizada por ser tan fértil y productiva en inventos revolucionarios, y en la cual se dice que la humanidad tenía una sobrada confianza en sí misma y una visión muy positiva del futuro. No es el tema de hoy hablar de la Belle époque y del que al parecer fue su triste final: para unos fue el hundimiento del Titanic, para otros un evento mucho más catastrófico: El estallido de la Primera Guerra Mundial. El tema es recordar que el Jardín de Roundhay, film desconocido, es el origen del cine.
El cine ha cautivado, cautiva y cautivará a la humanidad, y no es cuestión solo de efectos especiales, musica deleitosa, actuaciones soberbias, actores taquilleros o guiones interesantes, etc. Estos dos segundos atraparon para siempre la atención de aquellas personas que vieron por primera vez imágenes en movimiento. Aquellas antiguas cámaras fotográficas que capturaron las imágenes tan nostálgicas de finales del siglo XIX, ahora Luis Le Prince, las hizo capaces de capturar imágenes en movimiento. El instante capturado, y reproducido una y otra vez.
Pero el ingenio y el deseo humano no se queda estático, se quería más, faltaban más cosas, faltaba sonido, faltaba capturar también la voz, faltaba captar el color, faltaba generar eventos que no eran posibles grabarlos sin poner en riesgo la vida de los actores. La evolución de las películas, desde “el Jardín de Roundhay hasta llegar a Avatar, ha requerido de la colaboración intergeneracional, que ha aplicado la ciencia y la tecnología a la producción de películas. Hace más de veinte años, leí en un artículo que la ciencia computacional sería capaz de crear personajes y ya no sería necesario contratar actores ni dobles, hoy la Inteligencia Artificial, también está muy presente.
Ahora me pregunto, con el uso de la Inteligencia Artificial, lo más probable es que no sólo los actores y dobles sean innecesarios, también los camarógrafos, los maquillistas, los directores de cine, los de utilería, los mismos centros de grabación serán desplazados porque sólo se requerirá de un potente computador y programas adecuados. Y me pregunto si también el escritor y guionista serán cancelados. Si el primer film sólo requirió de cinco personas, probablemente el último sólo requiera de un computador. No lo sé, solo el tiempo lo dirá.
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