Inicia un nuevo gobierno, llega con un claro respaldo popular, pero también con problemas por enfrentar y una narrativa que parece condicionarlo. A nadie le queda duda que los votos que respaldan el arribo de la presidenta se construyeron sobre la promesa de mantener las entregas masivas de dinero y continuar con una supuesta e idílica transformación.
Sin embargo, en el horizonte se asoman nubarrones. En lo económico, los vaticinios no salen de los defenestrados neoliberales, por el contrario, la fuente son los Precriterios Generales de Política Económica 2025 que la SHCP envía a la Cámara de Diputados. En ellos se anuncia que no hay dinero suficiente para el próximo año, que estamos endeudados y que será difícil cumplir con los compromisos de campaña de la hoy presidenta.
En seis años, la deuda pasó de 10 billones, cifra histórica, a 17 billones, y el crecimiento es el más bajo en los últimos cuatro sexenios. La inflación ha tocado límites alarmantes y los sistemas de salud y educación se encuentran en crisis.
La nueva presidenta recibe un país en llamas. El sexenio que termina es el más violento en la historia moderna del país. Se acabó la cantaleta que presumía una tendencia descendente en la estadística de homicidios. Por desgracia, 2024 tendrá más asesinatos que el año anterior.
Sinaloa es un ejemplo del fracaso de la estrategia de seguridad, como Acapulco lo es del sistema de protección civil. En ambos casos no hay buenas noticias para el futuro. El gobierno saliente no solo hereda los problemas, también deja atado al entrante. Instituciones preparadas desde el odio, la ignorancia y la precipitación le son impuestas a Claudia Sheinbaum.
A la administración que inicia le queda poco margen para actuar. Veamos: 1).- El país se encuentra polarizado. 2).– Hay poca confianza para invertir. Muy pronto tendremos una crisis en el sistema de justicia y serán suprimidos los órganos autónomos. 3).- No hay espacio para más endeudamiento. 4).- La errónea política internacional nos tiene alejados de naciones importantes. 5).- Tenemos un rezago competitivo. Perdimos el tiempo entre pleitos, fantasías y obras innecesarias. 6).- Todo parece indicar que, gane quien gane, el próximo gobierno americano ajustará cuentas en materia de seguridad, migración y políticas de inversión. 7).- El federalismo y la cooperación con las entidades se encuentra muy lejos de lo óptimo. Y, 8).- El Ejército se ha convertido en un factor político y ahora tiene el monopolio de la seguridad.
“El de atrás paga” era la broma que se hacía entre quienes subíamos al autobús público, parece que eso le espera al próximo gobierno. En alguna ocasión me tocó ver que la víctima del juego solo cubrió su boleto y dejó al resto con el problema.
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