Don Toño el peluquero
En esta ocasión te platico la historia de un Saltillense de nacimiento, quien por 65 años se ha dedicado al oficio de la peluquería me refiero a don Antonio Escobedo García.
Don Toño vio la luz por primera vez el 8 de noviembre de 1947, nacido en el Barrio Guadalupano en aquel pequeño Saltillo que contaba con menos de 70 mil habitantes.
A la corta edad de 12 años, cuando terminó sus estudios de primaria, se fue a trabajar con su tío Santos Balandrán, quien tenía una peluquería sobre la calle de Ahuízotl, en el mismo barrio. Fue ahí donde aprendió rápidamente el uso de la navaja y de la tijera. Pasaron dos años y para 1961 se independizó para instalar su propia peluquería en el mismo barrio donde nació; en el mismo barrio donde estudió la primaria; en el mismo barrio donde aprendió el oficio; y es en ese mismo barrio donde continúa dando sus servicios a los Saltillenses.
Cuando platiqué con don Toño, me dijo que el primer corte de cabello lo cobró en 3 pesitos con 50 centavos. Hoy, por cierto, lo cobra en 100 pesos. Testigo fui tanto del servicio como del pago, ya que mientras el peluquero realizaba su trabajo me platicaba de su vida y de su historia.
Al momento en el cual sacaba filo de la navaja con el acertador, pude darme cuenta de que don Antonio, con paciencia, cuidando los detalles y con una vista envidiable, atiende a quienes gracias a su calidad y servicios le han otorgado su confianza.
Mientras despedía a un cliente, le pregunté por la silla, respondiéndome que es la misma silla de peluquero que su tío Santos utilizaba.
Don Toño se casó en 1968 con Guadalupe Reyes con quien procreó y educó a cinco hijas, siendo su esposa su gran amor, como lo pude constatar, ya que cuando le pregunté que si sólo cortaba el cabello a caballeros apareció su amada, preguntando por su amor, a lo que el peluquero dijo: “Siéntate reina, siéntate para cortarte el pelo”, mientras doña Guadalupe decía: “Cómo mi viejo no hay otro”.
Cuando les pregunté por alguna anécdota, pues ya estaba el matrimonio platicando, él cortando el cabello de su amada mientras que ella no dejaba de alagarlo, me platicaron de cuando hace poco tiempo les robaron en la peluquería. Don Antonio ese día dejó por un momento solo el negocio, y cuando regresó se dio cuenta que los amantes de los ajeno habían entrado llevándose una máquina eléctrica para cortar el cabello y 500 pesos. Ese mismo día el peluquero fue testigo del amor que ha sembrado en sus nietos, pues los 13 hijos de sus hijas se cooperaron para comprarle una máquina nueva y reponerle hasta los 500 pesos que le habían robado.
Esta es la historia de un Saltillense quien desde que nació ha estado en el mismo barrio, quien desde hace 65 años tiene el oficio de peluquero, quien cuando abrió su peluquería era una de las pocas que había en aquel pequeño Saltillo y que sigue atendiendo hoy cuando son pocas las peluquerías que quedan. Esta es la historia de un hombre enamorado de su oficio, de su esposa, de sus hijas, de sus nietos y hasta de sus cinco bisnietos. Esta es la historia de don Toño, quien sigue en su peluquería ubicada en la calle de Lerdo de Tejada casi esquina con Emilio Carranza en el barrio Guadalupano. Esta es la historia de quien de cortar el cabello hace un arte, es la historia de un Saltillense como muchos que tenemos y que vale la pena presumir.
Autor
-
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
Otros artículos del mismo autor
- OPINIÓN18 noviembre, 2024CÁPSULAS SARAPERAS
- OPINIÓN14 noviembre, 2024CÁPSULAS SARAPERAS
- OPINIÓN4 noviembre, 2024LA “REGLA WASHINGTON” PRONOSTICA EL TRIUNFO DE KAMALA
- OPINIÓN3 noviembre, 2024CÁPSULAS SARAPERAS