“Se juntaron el hambre…”
Hay ocasiones en que las adversidades de la vida convergen de manera tal que, más que una prueba divina nos enfrentamos a la obra del mismísimo infierno. Atravesamos crisis en lo personal, en lo económico, lo laboral, lo social y lo político; y estoy segura que más de una (o de uno) se sentirán aludidos. Hoy pareciera que en México como diría mi abuela «se juntaron el hambre y las ganas de comer”
A menos de un mes de la sucesión presidencial nos enfrentamos a un panorama violento, crudo e incierto para quienes buscamos un Estado de Derecho más equitativo y justo.
En los últimos días hemos visto desaparecer la división y autonomía entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial; primero con la sobre representación de Morena en las legislaturas, después con la llamada reforma judicial y finalmente con la adhesión de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa, haciendo factible la militarización del país.
Es en este panorama en el que la presidenta electa Claudia Sheinbaum tomará protesta el próximo primero de octubre de su encargo como titular del ejecutivo nacional.
Alrededor de todas estas noticias surgen otras no menos importantes como el estado de sitio en el que se encuentran las personas que habitan en Sinaloa y específicamente en Culiacán y zonas aledañas, lugar en el que desde hace dos semanas reina la violencia y la impunidad para los miembros de los cárteles y a quienes la política de seguridad de “abrazos, no balazos” que reinó en este sexenio a punto de terminar, solo les benefició. Tanto el gobernador Rocha Moya como el presidente López Obrador, minimizan la situación de violencia con declaraciones como qué son los medios quiénes están manipulando la situación y que no son días de violencia, “son horas”, como si existieran horarios muy específicos que se le fueran a avisar a toda la ciudadanía para que esta tenga tiempo suficiente de ponerse a resguardo cual película del lejano oeste o duelo en los Bridgerton.
Pero ese es el pensamiento de la mayoría de los políticos que forman parte de las filas de Morena.
Pecan de soberbia, tal cual lo hizo Catalina Monreal al solicitar la impugnación de los resultados en la alcaldía Cuauhtémoc dónde contendía contra Alessandra Rojo de la Vega quien resultó ganadora en las elecciones. Al saber su derrota Monreal declaró que todo se lo había llevado Morena refiriéndose a la presidencia y las elecciones para legisladores y entonces le parecía inverosímil que la ciudadanía eligiera a un candidato diferente a su partido para su alcaldía, como si la gente tuviera que salir a votar por un color, no por su futuro.
Luego Monreal acusó a Rojo de la Vega de violencia política de género situación que actualmente aún no ha sido resuelta ya que se llevó hasta las últimas consecuencias y será la sala superior del TEPJF quién señale si las elecciones y el triunfo de Alessandra fueron legítimos o no. Sin embargo los argumentos que presenta para señalar la presunta violencia de género no se encuentran tipificados en ninguna ley como tales.
Y esa es otra de las características del actual partido en el poder, el desconocimiento total de la teoría y fundamento que sustentan y dan orígenes a conceptos como “violencia de género” en los tratados y convenciones internacionales, y en las leyes emanadas de la constitución.
Este desconocimiento se puede ver en declaraciones como las que hizo el legislador de Tamaulipas Marte Ruiz Nava, en las que señala que la negativa de las mujeres a poner lonche o sostener relaciones sexuales con su cónyuge constituyen “violencia de género en contra de los hombres».
La violencia de género contra los hombres no existe, y no porque los hombres no reciban violencia, sino porque el concepto “violencia de género” fue acuñado para hablar específicamente de las violencias que vivimos las mujeres por el simple hecho de haber nacido mujeres. Y se estableció así como “violencia de género» porque el «género» es ese constructo social que nos indica un rol y un papel determinado por el simple hecho de haber nacido mujeres y por lo tanto es una regla que se espera, debe ser cumplida por todas. Justamente lo que hace el diputado tamaulipeco al señalar que las mujeres cometen “violencia de género contra los hombres» cuando no les cocinan o no tienen relaciones sexuales con ellos constituye violencia de género porque se está refiriendo a estereotipos y constructos sociales esperados en la conducta de las mujeres por el simple hecho de haber nacido mujeres.
De ese tamaño es el sin sentido de su dicho y de ese tamaño es la ignorancia.
Ante la negación, la soberbia y la ignorancia del partido en el poder ¿qué podemos esperar nosotros como ciudadanos?
Nuestra esperanza se encuentra en la resistencia y la reflexión de políticos y ciudadanía, para no tomar bandos, sino unirnos en un frente común que de verdad trabaje con hambre de cambio, con convicción de superación, con un compromiso real y tangible por hacer mejor las cosas. Para qué, como diría mi abuela “se junten el hambre con las ganas de comer” y ahora sí, con hartas ganas y hambre de cambio verdadero, construyamos un futuro mejor para nuestros hijos.
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