Me desconcierta y preocupa que en un considerable porcentaje de los integrantes de la sociedad sufre de un severo egoísmo, que nos inunda, nos ahoga. El diccionario de la Real Academia Española define el egoísmo, como un inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás, es decir, lo único que le preocupa es su propio beneficio sin tomar en cuenta a los demás o si los vulnera. Thomas Hobbes, filósofo británico aseguraba que “El hombre es el lobo del hombre”. Penosamente en la actualidad, no hay ningún interés por ser solidario, por ayudar a los demás cuando lo necesitan, sin que ellos lo soliciten. Sirvan estas líneas para la reflexión.
Hace unos días mi familia vivió un hecho, lamentable, desagradable, inesperado. Era un día lluvioso de fiesta, tan anhelado por todos, el domingo, día que utilizamos para disfrutar de nuestros pasatiempos favoritos, de compartir los alimentos con los seres queridos, familia o amigos, de no levantarte de la cama, de ver películas, o de leer un buen libro escuchando música agradable. Recibí una llamada desesperada a las 3:40 pm: ¡Mamá nos estamos inundando! Las madres de manera inexplicable, surge dentro de nosotras, la fuerza necesaria para ir al rescate de nuestros hijos, sin pensar en los peligros. Entre la tormenta, el tráfico parado, la corriente de agua avanzando con gran rapidez y fuerza por la calle, ¡Llegué! No tengo la menor idea como lo logré, pero ¡llegué!, crucé sin pensar el riesgo que representaba hacerlo, la gran avenida de agua.
Con la lluvia a cuestas, al echar un vistazo a mi alrededor, para ver quién auxiliaba a tres mujeres en medio de la tormenta, que sentían como el agua subía con prisa, cubría los tobillos, las rodillas y después las piernas, en la desesperación de la situación, gritábamos con fuerza ¡ayuda! Nadie, nadie en ese momento acudió en nuestro auxilio, sólo veía a una señora con una gran sombrilla observando sin hacer nada, estaba muy entretenida con el celular en la mano, al igual que algunos de los vecinos desde sus ventanas tomando videos de la situación. En 15 minutos llego un escuadrón de la policía a ayudarnos, después de 10 minutos, salieron otras pocas personas a ver que sucedía, los policías necesitaban una cuerda para quitar dos grandes contenedores de agua que obstruían el desagüe y que evitaba que el agua saliera.
Después de un buen rato, empezaron a llegar todo tipo de cuerdas para poder mover lo que obstaculizaba la salida del agua, los policías hicieron varios intentos, se logró despejar el desagüe. Dentro de la casa todos los muebles, sin importar el peso flotaban en el agua. La lluvia cesó, sólo una pareja de amigos llegó en ayuda, y poco después dos vecinas acudieron en nuestro auxilio con escobas que necesitábamos con urgencia para sacar el agua de la casa. Desconozco el número de casas que hay en el fraccionamiento, sólo sé que no fueron solidarios los habitantes de ese lugar. En esos momentos no se aparecen los “amigos”, me sorprende que reaparezcan días después con un cargamento de pretextos “¿Cómo estas me acabo de enterar?” Cuando no dejan el celular ni un momento, pues, las imágenes de la inundación de la casa con increíble rapidez se hicieron virales.
Le quiero compartir querido lector que fue un maravilloso aprendizaje de vida, nunca lo tomamos como una tragedia. Ilustrada reflexión que dice que después de la tormenta viene la calma. Lo valioso del momento fue que brillaron con su luz los verdaderos amigos, nunca preguntaron ¿Qué necesitas? Sin avisar llegaron con objetos, comida, ayuda económica o llamadas telefónicas conmovedoras. En algún libro leí “que el amigo leal, más que en el bien, te acompaña en el mal”, porque en las buenas está cualquiera. En los contratiempos que se presentan a lo largo de la vida, indiscutiblemente, se sabe quiénes en verdad son tus amigos y familia, porque están presentes siempre y en todo momento. Me pregunto ¿Qué nos pasa? ¿Por qué tanto egoísmo? Sólo sé que a cualquiera nos puede pasar una desgracia, en ese momento lo que necesitas es sentir el apoyo y la solidaridad de las personas. Mi eterno agradecimiento por la ayuda a los amigos que nos acompañaron cuando más los necesitamos.
Autor
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Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
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